Vistas de página en total

domingo, 24 de mayo de 2009

ATLAS'09. DÍA 5. AL-KSIBA-IMILCHIL-GARGANTAS DEL DADES-BOUMALNE.

DÍA 5. AL-KSIBA-IMILCHIL-GARGANTAS DEL DADES-BOUMALNE.
280 kms.

Penúltimo día de nuestro raid particular. Aquella mañana levantarse sí que fue una heroicidad. Yo era una contractura muscular generalizada, y mi compañero, otro tanto. Los primeros movimientos de nuestros miembros fueron muy dolorosos, y ponerse los calcetines bien mojados por 3er día consecutivo, una toma de contacto con la realidad más que desagradable.
El plan de ruta consistía en llegarse hasta Imilchil por carretera de montaña (unos 120 kms), reparar las motos y aprovisionarnos de ropa y comida, y posteriormente bajar hasta las gargantas del Dades. Así que con las primeras luces del alba, y con el sol dándonos bien de lleno en los ojos, tiramos por asfalto para completar este nada desdeñable enlace. Una vez en Imilchil Amarok reparó su freno trasero, y yo cambié el aceite a la moto por si hubiera o hubiese algún resto de humedad del incidente fluvial.
 

El hotel muy bueno no era, pero tenías el parque de trabajo a pie de habitación. Aquí nos dio de lo lindo el sol del mediodía y ya nos pusimos morenos para una temporada. Una vez hecho el mantenimiento de las burras, carretera y manta, bueno, pista y manta camino del Dades.
Unos últimos ajustes del freno en plena avenida principal de Imilchil, y directos a la zona más árida y pre-desértica de nuestro viaje.
 

Antes de que nos diéramos cuenta ya estábamos rodando por un altiplano desprovisto de cualquier signo de vegetación. Pasamos previamente por Agoudal, según algunos, la población más elevada de Marruecos, a 2450 metros sobre el nivel del mar.
 

De nuevo ascendíamos. En un nevero nos encontramos a 4 suecos con una de sus BMWs atascada, pero no nos pidieron ayuda, así que seguimos hasta culminar el puerto de Tizi n'Ouerz, el culmen de todo el viaje a 2920 metros de altura.


Esta es una ruta bastante transitada, masificada comparada con lo que habíamos encontrado hasta el momento, y a lo largo del día nos cruzamos con al menos 4 pandillas de motos y muchas más de 4x4s. Los conductores de los coches algo impertinentes a veces, no te facilitaban el adelantamiento aunque fueran claramente más lentos que tú, y alguno incluso se picaba cuando ibas a adelantarle. Es lo que tiene la masificación, ya se sabe, cualquier papanatas se monta en un cacharro de estos y se comporta como un majadero. Mejor estábamos las cuatro jornadas previas, solos en las cumbres.

A continuación, descenso hacia las cotas más bajas del cañón del Dades.


La bajada se alarga durante bastantes kilómetros hasta llegar abajo del todo.
 

En el valle resucita tímidamente el verde.
 
 
A partir de aquí el paisaje se dulcificaba y avanzábamos siempre entre vegas con sus huertos y poblados. La pista se transformó en asfalto y proliferaban los hoteles a ambos lados de la carretera. Aquí el turismo se deja notar.
 
 
Finalmente llegamos a las gargantas del Dades, un estrecho donde el río circula encajonado durante algo más de un centenar de metros entre paredes verticales de altura notable. Un lugar destacable paisajísticamente sin duda, pero poco emocionante comparado con las experiencias en las cimas y los torrentes de los 1000 kms realizados con anterioridad.
 
 
Y a partir de aquí sólo nos quedaba llegar hasta Boulmane. Como aún quedaba luz, amarok propuso hacer un fragmento de la llamada "ruta de la rosa". El recorrido discurría por una rambla y nos internamos por allí unos pocos kilómetros, pero el sol nos daba en la cara permanentemente y, considerando que aquello tenía más bien poco aliciente, nos dimos la vuelta y nos fuimos caminito a Boumalne a buscar hotel. Los alojamientos de la ciudad estaban llenos de pascueros, ya contaba un poco más arriba que esta ruta está algo masificada, así que amarok guió hasta un hotel-cámping en las afueras donde nos alojamos confortablemente por poco dinero.

Este hotel era indecentemente "lujoso" para el tipo de ruta que habíamos realizado aquel día. Si es que no estabas ni cansado ni nada, ni habíamos sudado casi. Es que hasta la temperatura era benigna, y eso que "sólo" habíamos descendido hasta los 1600 metros. Yo empezaba a añorar las penalidades y sufrimientos de días pasados. Esta vez llevaba hasta calcetines de recambio, aquí algo no cuadraba, todo estaba resultando demasiado fácil, predecible, vulgar. Hasta la cena me supo mucho peor que las de aquellas noches en que tenía que caminar hasta el restaurante enfundado en las botas con los pies entumecidos y casi chorreando agua, dolorido por todo el cuerpo y con las ropas y las narices repletas del polvo del camino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog