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miércoles, 8 de octubre de 2014

25 DÍAS EN LOS BALCANES. DÍA 5. ZABLJAK - SHKODER. 250 kms

DÍA 5. ZABLJAK - SHKODER. 250 kms

La lluvia no cesó en toda la noche y el día amaneció húmedo y fresco. De nuevo, eché en falta ropa de abrigo más allá del chubasquero.


Zoom in (real dimensions: 1024 x 519)Desde Zabljak subí por carretera hasta algo más alla del lago Valovito, a unos 1900 metros.


A partir de ese punto, 1000 metros de desnivel en bajada siempre hasta Savnik cruzando las montañas de Durmitor por pistas y caminos encharcados y resbaladizos. Los primeros kilómetros de pista estaban en buen estado hasta que en una curva un desprendimiento bloqueaba el paso y el camino empezó a desdibujarse entre la vegetación.

 

Paulatinamente las hierbas fueron aduéñandose de la pista y progresar empezó a ser un asunto de fe más que de visibilidad.

 

Cuanto más desdendía hacia el valle más altos eran los hierbajos, o así me lo parecía a mí.

 

A pesar de los muchos patinazos de la goma trasera (el Mitas C-02 no es muy bueno en barro, al menos con la moto cargada) llegué abajo indemne. Técnicamente fue un inicio de jornada intenso, y por lo que respecta al paisaje y a pesar de la niebla, sensacional.

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En Savnik reposté, me enfundé los pantalones de lluvia para protegerme algo más del sirimiri y los charcos y seguí adelante en busca del lago Kapetanovo.


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La segunda sección del día no sería menos movida, esta vez en la planina de Lukavica, sobre terreno igualmente enfangado pero por pistas más civilizadas.

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Niebla, frío, charcos... vaya panorama. A saber adónde iba a ir a parar.

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La sorpresa vendría un poco más adelante, ¿o qué pensarías vosotros al ver este paisaje?


Unos pocos kilómetros más tarde llegaba al lago Kapetanovo.




Las cosas estaban saliendo bien hasta el momento, y para celebrarlo fui a ver si me daban algo de comer en el café de allí al lado.
 

Zoom in (real dimensions: 1024 x 830)La señora de la casa me preparó una cantidad atroz de huevos fritos,

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luego un café tan espeso como la pez,

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y para fin de fiesta me dejó la botella de rakia sobre la mesa. Luego se trajo a las amigas, que según dijeron querían una foto para el facebook.

A continuación, ya confundido por los vapores del aguardiente, vino la sesión fotográfica con los más jovenes de la aldea.

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Salí de allí haciendo eses, vaya con el orujo de Montenegro. En cuanto bajé de las cumbres ya me había metido en otro lío, en el cañón de Mrtvica.


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Sabía que no podría ir muy lejos, pero aún así, con tantas endorfinas liberadas, tiré hasta donde pude. Cuando lo vi feo, me di la vuelta y santas pascuas, sencillamente me apetecía un paseo entre aquellas paredes.

 

Como suele suceder, unos chavalines quisieron hacerse la foto de rigor con el motorista y ver de cerca la máquina. Sucede en todas partes, yo no sé qué tienen de irresistible las motos.
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Se ve que no sudé lo bastante en la sendita del cañón, así que unos kilómetros más tarde lo ataqué otra vez por la vía sur. La cosa iba bien hasta que una barrera para el ganado me cerró el paso. No merecía la pena insistir mucho más, retrocedí y fui a darme un baño en la confluencia del Mrtvica y el Moraca para refrescarme las ideas e ir acabando la tarde.

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Zoom in (real dimensions: 1024 x 701)Quedaban un par de horas de luz, suficientes para llegar a Podgorica y desde allí tomar rumbo sur hacia Albania. Con suerte y si no había retrasos en la aduana de Bozaj podría hacer noche en Shkoder. Para evitar el tráfico de la carretera nacional me interné por carreterillas locales, pero poco antes de la frontera una patrulla de policía montenegrina me interceptó.

-¡Documentos! ¿A dónde se cree que va por aquí?
-A Albania.
-¿Quiere hacerme usted creer que no sabe que existe una magnífica carretera aquí al lado que conduce a la frontera?
-Es que yo viajo a mi aire, y además soy un lento, compréndame.


Enseguida entendieron que con aquellas pintas no debía ser yo un gran contrabandista y al poco rato me dejaron marchar. Los trámites en la frontera fueron veloces y llegué a Shkoder al atardecer. Un día redondo.

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