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miércoles, 25 de febrero de 2015

25 DÍAS EN LOS BALCANES. DÍA 21. PODGORICA-KOLASIN. 140 kms

DÍA 21. PODGORICA-KOLASIN. 140 kms

Srecko me guió por las calles de Podgorica aquella mañana de domingo y, tras despedirnos y agradedecerle su hospitalidad, me dejó bien encaminado hacia la aldea de Seliste, donde comenzaba un interesante periplo por las sierras de Montenegro próximas a la frontera con Albania.


El relieve kárstico montenegrino ya me resultaba familiar, y se hacía más descarnado cuanto más ascendía.



El caso es que me quedé sin batería en la cámara de vídeo y me detuve al lado del camino para cargarla con el miniPC.


Mientras tanto, le daría un vistazo a toda la tornillería del equipaje, que siempre se acaba aflojando. Estaba yo tirado por el suelo apretando tuercas cuando apareció un 4x4. No me dieron ni los buenos días ni me preguntaron si necesitaba ayuda. Directamente me sacaron la botella de rakia por la ventanilla.

-Bebe, hijo.
-Sí. Glu-glu. Gracias.
-Bebe más.
-Claro. Glu-glu.
-Un poco más no te hará daño.
-Ya voy, ya voy. Glu-glu.
-¿Alguna avería? ¿Has pinchado?
-Nada serio, un tornillo que se ha aflojado.
-Vale. Nosotros continuamos. Con el pedal que llevamos encima iremos despacito, así que nos alcanzarás enseguida. Cuando nos veas, para, que echaremos otro traguito.


Unos minutos más tarde:


Como no podía ser de otra manera, volvimos a coincidir un poco más adelante, y mis nuevos amigos volvieron a mostrarse espléndidamente generosos.


Mientras estábamos dándole a la botella, la muchachada de las casitas cercanas se aproximó para echarle una ojeada a la moto y también al turista.


Los chavales me convencieron de que el lago al que yo me dirigía era más bien una birria, y que era mucho mejor plan quedarme allí con ellos, en el Rikavacko Jezero. Como el aguardiente había corrido en exceso, me pareció una excelente idea bajar un poco la temperatura corporal y mental con una buena inmersión.

A pesar de ser domingo, el lago estaba desierto. Con la excepción de algún artefacto del pasado recorriendo sus orillas.



En efecto, era un Zastava 600 con una familia de domingueros a bordo. Esto sí es offroad.

 
Más tarde aparecieron por allí Pedja, Vesna, Alexander y más gente que celebraban una comilona campestre en una casita junto al lago. No tuve más remedio que aceptar su invitación e inflarme a comer chuletas y sandía y beber cerveza. 




 

Para postre los más inconscientes se lanzaron cuesta abajo por el prado haciendo la croqueta. Los más moderados, con mejor criterio, optaron por inmortalizarse cerca de una moto y dejarse de deportes extremos.


La compañía era agradabilísma, pero debía continuar con mi ruta. Antes de despedirnos, mis anfitriones me obsequiaron con un "gran cerdo", que es como se conoce a las litronas de 2000 cc por estas tierras. Creo que es uno de los regalos que más me han emocionado nunca. :lol: En fin, se hacía tarde y daba mucha pena marcharse. Poco a poco el lago Rikavacko fue quedando allá abajo, en el valle,


y enseguida me vi rodando solo otra vez por las pistas de las montañas de Montenegro.

 
Tras una breve visita al lago Bukumirsko el cielo se cerró y empezó a lloviznar mientras atravesaba bosques camino de Kolasin. Para cuando llegué a dicha ciudad, era ya de noche y diluviaba. Suerte tuve de encontrar aúltima hora cobijo en casa de una anciana que vivía sola con su gato y escuchaba a todas horas música balcánica en su transistor.

domingo, 15 de febrero de 2015

25 DÍAS EN LOS BALCANES. DÍA 20. SHKODER-PODGORICA. 160 kms

DÍA 20. SHKODER-PODGORICA. 160 kms

Si la etapa anterior fue de barco, esta también tendría carácter fluvial o lacustre, aunque sin crucero.

La entrada a Montenegro, por carreteras terciarias, siempre bordeando la ribera del lago Skadar.


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Menuda calma en sus orillas. A medida que me acercaba a Virpazaar florecieron los puestos a pie de carretera donde vendían aguardiente casero, qué peligro. Igualmente, el lago se fue transformando en el mar de los sargazos, qué raro todo.
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Sencillamente, es que la región de Bobija ofrece estos fabulosos paisajes. Mi objetivo: Dodosi,

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donde debía encontrar cierto puente para introcucirme en las marismas cercanas a Podgorica. El caso es que no llegué a cruzar dicho puente ni atravesé las marismas tampoco.
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El lugar bien se merecía un receso para tomar un baño en el lago, y también un número importante de cervezas en compañía de Srecko y Aleksandra. Había visto su GSX750 aparcada a la puerta del bar situado en el mismo lago, entré a saludarles y enseguida congeniamos.

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El resto de la tarde transcurrió entre birras y baños en aquel paraíso inesperado, era bastante previsible. ¿Dónde iba a estar mejor?


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Srecko repetía inisistentemente un par de mantras:

-Bikers are brothers.
-It's my pleasure.


Total que después de estar charlando sobre motos, viajes, religión, guerras y otros temas quedó bastante claro que me invitaba a todo lo que podía beber y después a cenar y a dormir en su casa de la capital donde vivía con toda su familia ¿Quién de nosotros en occidente haría lo mismo por un desconocido?


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domingo, 8 de febrero de 2015

25 DÍAS EN LOS BALCANES. DÍA 19-VALBONA-SHKODER. 160 kms

DÍA 19-VALBONA-SHKODER. 160 kms

En realidad sobre la moto fueron sólo 130 kms; 30 los recorrí plácidamente a bordo del Annika, pero no adelantemos acontecimientos.

Primero había que explorar el valle de Valbona sobre un lecho de piedras tan blanco que hería la vista.


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Una señal en medio de la rambla me aclaró el rumbo

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y pude desayunar algo justo en el límite del valle, en la aldea de Rrogam. Seguir en moto más allá no era posible, sobre todo porque una barrera bloqueaba la ruta. Honestamente, tampoco habría llegado mucho más lejos.

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Deshice el camino sin problema. Me encantaba el paisaje: pura Albania.


Zoom in (real dimensions: 1024 x 640)Poco offroad. El camino a Valbona está siendo asfaltado, pero el paraje bien merece una visita.


Zoom in (real dimensions: 1024 x 768)Un par de horas más tarde, estaba sentado tranquilamente a bordeo del Annika surcando las aguas del lago Koman.

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Me vino de perlas que por una vez me llevaran y poder desentenderme de la conducción.

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De los mejores momentos del viaje, 30 kilómetros de navegación en compañía de otros turistas y paisanos que íbamos recogiendo por el camino esperando al barco apostados en cualquier peñasco (ver bien la foto inferior). Sobrecogedor.

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La travesía me hizo recordar inevitablemente una memorable escena de la película Remando al viento, en la que Lord Byron en pleno rapto romántico evoca la furia de las montañas de Albania.



Dos siglos después, constaté, la vida allí sigue siendo dura y áspera como sugería el canto.

Algunos pasajeros desembarcaban en improvisados muelles y se perdían senda arriba.
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Otros eran recogidos en medio del lago con la ayuda de un barquero.

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En fin, sólo dios sabe de dónde venían y a dónde iban aquella gente. Cuesta trabajo imaginarse su vida allí entre los riscos, caminando arriba y abajo por las sendas, prácticamente incomunicados, dependiendo permanentemente del ferry.

Estas chicas de la aldea de Naplep nos suministraron una suculenta y recién hecha merienda.
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Comparadas con los demás habitantes del lago, eran unas privilegiadas. Vivían en esta casita en la misma ribera y con embarcadero particular.
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Hubo tiempo también para darnos un baño en un recóndito cañón. Bendito relax, sí, pero la tarde iba pasando y según mis cálculos llegaría a Shkoder prácticamente de noche.

Sacar la Suzuki a tierra firme no fue fácil, hasta el capitán tuvo que implicarse.


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Cuando estuve en condiciones de poner en marcha la moto ya había desaparecido todo el personal, el muelle estaba desierto y, por desgracia para mí, la salida del puerto era a través de un siniestro túnel. Y yo sin luces. Suerte tuve de engancharme a la trasera del último coche, que salía en ese momento, porque el túnel era largo, con curvas, sin asfalto, encharcado, con rasantes, goteras, derrumbamientos, bacheado. Sin su colaboración no lo habría conseguido.

Por supuesto anocheció poco antes de llegar a Shkoder, pero ya era territorio conocido y previsible...


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