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lunes, 26 de septiembre de 2016

BALCANES 2016. DÍA 13. MÉTSOVO-SIATISTA. 200k

DÍA 13. MÉTSOVO-SIATISTA. 200k

El viaje se iba desfasando, con finales anticipados, recorridos imprevistos y un relativamente confortable desconcierto donde no importaba demasiado haber avanzado más o menos al finalizar el día. En este contexto, dediqué parte de la 13ª jornada a "reparar" el final de la 11ª: me daba rabia no haber completado decentemente la etapa Kastoriá-Métsovo y durante aquella mañana buscaría un enlace para conectar el track cortado.

El río Arkovdorema, en alguna de sus crecidas, había arrasado con todo. Sobre este lecho debió pasar una pista en su momento.


Tuve que insistir entre grandes piedras, troncos arrastrados y bosque sucio durante unos 500 metros que se hicieron muy lentos


hasta conseguir finalmente enlazar los extremos del recorrido.


No fue tan difícil, podría haberlo conseguido aquella tarde dos días antes en que llegué al lugar de los hechos escaso de gasolina y acongojado, pero entonces los nervios me pudieron.

Feliz con el desenlace de la ruta matutina, volví por donde había venido esquivando nuevas jaurías de perros pastores e inicié la sección del viaje que me llevaría a cruzar buena parte de la Grecia continental de oeste a este.

Pero no había urgencia alguna en llegar al este, hoy sería jornada festiva en la vega del río Venetikos.



Inintencionadamente me salió un agradecido circuito de puentes y vadeos. Con lo que apretaba el lorenzo los remojones fueron una bendición.

El clímax llegó a mediodía en el esbelto puente de Aziz Aga, 


donde pensé que sería una buena idea hacer una pausa e irme de shopping a la vecina Grevená. Había perdido las gafas y también una rodillera y ya era de poner arreglo a la situación. En la ciudad pedí ayuda a un motorista, luego llegó otro y me condujeron a un concesionario Honda exclusivamente de offroad. La tienda estaba cerrada pero al rato llegó el propietario, Vasileios S, habitual del WEC, con varios tipos de rodilleras y solucionamos el problema. Me estuvo preguntando por la geografía de Navarra, pues pensaba participar en los próximos ISDE a final de temporada. Ya de paso me enseñó su vastísima colección de trofeos y también la fábrica familiar de quesos. Menos mal que no hubo degustación, porque no soy nada quesero yo. La gente que encontré en Grevená se portó muy bien conmigo, y es una apreciación que debo extender a toda Grecia, donde estuve siempre como en mi propia casa.

Por la tarde, a probar el nuevo equipo en otros rincones del Venetikos,


con mención especial al puente de Portitsa, construído estratégicamente justo al inicio de un estrechísimo congosto.


Una vez saturado de ríos y puentes (hubo algunos más, como el de Kagelia)



me acerqué hasta Trikomo para celebrar con un trago de FIX la exitosa jornada de compras y juegos acuáticos.


Saciada la sed de juegos y refrescos, sólo tuve que cubrir unas millas más hacia el este mientras atardecía; para variar, con la habitual compañía.




Para cuando llegué a Siatista al anochecer, los pies parecían los de una momia en salmuera, claro.


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