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martes, 6 de agosto de 2013

IRLANDA 2013. DÍAS 9-10. SLIGO - MULLINGAR - ROSSLARE

DÍAS 9-10. SLIGO - MULLINGAR - ROSSLARE

Finalmente llegó el momento de iniciar el regreso a la costa sureste. El ferry nos esperaba en Rosslare y la ruta más corta nos llevaría a cruzar la isla en diagonal en un par de días.


El inicio no estuvo mal, salió el sol


y descubrimos el país de Yeats:


 

lagos, cascadas y toda suerte de idílicos paisajes verdes.



El tiempo siguió con su tónica cambiante de lluvia



 

y sol alternándose cada poco tiempo.



Nuestra alimentación tampoco varió mucho: patatas con algo




y cerveza del país.



 

Las sempiternas señales de gravilla suelta nos acompañaron en todo momento.



Esta señal seguro que no era reglamentaria.


 

Nos concedimos una parada turística en Glendalough



para reunirnos por  última vez con los muertos.




"Un viaje sin incidentes", pensaba yo, "qué raro". A falta de solo 100 kilómetros para el puerto en un cruce mal señalizado tuve que dar un frenazo y mi compañera casi se estrella contra mí. A petición suya, un par de días antes habíamos tensado la maneta del freno delantero y también me había avisado de que escuchaba ruidos raros. Esta vez, la inspección de la pinza reveló la anomalía:



 
 

Por si no se ve claro:



A pesar de haber salido de casa con pastillas seminuevas, una se había consumido totalmente y rozaban metal contra metal, de ahí el ruido, la falta de frenada y el desfallecimiento de la maneta. Justo antes de salir había revisado la pinza porque sabía que no iba fina, así que Marta y yo tuvimos unas palabras acerca del correcto mantenimiento de las motos. Una vez puestos los puntos sobre las íes, continuamos marcha a ritmo sosegado hacia el puerto de Rosslare para embarcar en el Oscar Wilde. 


Diez días después de desembarcar cerrábamos el círculo, y aunque no dimos la vuelta completa a la isla, mereció la pena. Habría sido ideal seguir por Escocia, pero eso será en otra ocasión. 

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IRLANDA 2013. DÍA 8. BALLINA - SLIGO

DÍA 8. BALLINA - SLIGO


Amaneció diluviando, y así estuvo hasta por lo menos las 12 del mediodía, hora en la que debíamos abandonar nuestra habitación en Belleek Castle antes de que nos echaran. Pertrechados con la ropa de lluvia, desfilamos por el bosquecillo que rodea la propiedad.




Dimos un paseo por la solitaria costa para dirigirnos poco después al interior, a las Ox Mountains. Me hacía gracia ese nombre y no quería perdérmelas. 





En vez de por montañas la carretera nos llevó más bien por unos páramos donde la lluvia y el viento nos azotaron sin piedad. La ruinosa casa que se ve al fondo era el único refugio en varios kilómetros a la redonda, y nos lo pasamos de largo.




En las inmediaciones del Lough Easkey el tiempo nos dio un respiro





y paramos a jugar un rato con los bloques de turba apilados en un campo cercano.




A veces parecía que iba a lucir el sol,




qué ingenuos.




Pasado Cloonacool, un pueblo con nombre de colutorio dental, la lluvia arreció y nos guarecimos en cochambrosa casucha junto al camino.




Para completar el trayecto, y dado que en Irlanda apenas ves cementerios, se nos ocurrió ir a visitar uno deliberadamente, el de Carrowmore. A diferencia de los camposantos habituales, este, que era de la época de las cavernas, tenía aspecto de campo de golf donde en vez de hoyos había pedruscos diseminados a lo largo y a lo ancho.




 

Hay que reconocer que para tener 6200 años el dolmen de Carrowmore se conserva bastante bien.



Al salir del cementerio noté que algo me atrapaba la mano, un espíritu megalítico que venía a vengar la profanación de su tumba, pensé. Pero no, era solo la dichosa portezuela que se había cerrado de golpe.




Y del cementerio a Sligo, ciudad donde nos aprovisionamos de la habitual ración de comida basura. Reincorporarnos a nuestra ruta fue algo más complicado de lo previsto. Un ciclista ya nos advirtió de que nos aguardaban cuatro tramos de escaleras.




Durante la merienda nos habíamos desprendido de la ropa de lluvia, craso error. Nada más salir de una gasolinera, a unos escasos 10 kms del final de etapa, nos sorprendió una lluvia torrencial. Cuando quisimos parar y ponernos los impermeables ya estábamos empapados. Evidentemente llegamos a nuestro B&B hechos una sopa, pero afortunadamente la landlady fue bastante comprensiva y nos facilitó las tareas de secado. ¡Y nosotros que creíamos que íbamos a salir de Irlanda sin remojarnos!

lunes, 5 de agosto de 2013

IRLANDA 2013. DÍA 7. GALWAY-BALLINA

DÍA 7. GALWAY-BALLINA

Finalmente apareció la lluvia, era inevitable, pero con paisajes como los de Connemara, poco nos importó,




especialmente cerca del lago Tawnyard




o por las carreteras cercanas a Delphi.




Dejó de llover un tiempo mientras seguíamos dirección norte entre más lagos,




intentando no chocar con la fauna autóctona.




Seguidamente nos internamos en los bosques de Bangor,




donde nos sorprendió de nuevo la lluvia. Dichoso clima irlandés.







Salimos del Bangor Trail




hasta volver a enlazar con el asfalto, dirección Ballina,




más concretamente, camino de Belleek Castle.




Por fin un alojamiento digno de nuestra alcurnia







y con gente importante con la que relacionarse.



La cena, en Ballina,



fue bastante menos exclusiva, como siempre.


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IRLANDA 2013. DIA 6. LISDOONVARNA-GALWAY

DÍA 6. LISDOONVARNA-GALWAY

 Necesitábamos darnos un respiro, y este 6º día sería el más corto del viaje, sólo unos 80 kms. Para empezar, una vueltecita por la zona conocida como The Burren,




notable por su desolación




y su paisaje kárstico.







Nos internamos por algunas pistas para evitar algo la carretera, pero al final siempre había alguna valla cerrada con candado. En otros casos sólo avisaban de la presencia de animales poco amistosos.




De nuevo en la costa, nos detuvimos en el castillo de Dunguaire para una visita protocolaria




y una vez en Galway, directos al barrio latino y a cenar en McDonagh's, probablemente el fish&chips más reputado de la isla. Apenas pude acabarme el salmón.




Habíamos superado el ecuador del viaje y debíamos plantearnos la distribución de los siguientes días. Calculé que podíamos seguir bordeando la costa hacia al norte durante un par de jornadas, y reservaríamos otras dos para cruzar la isla en diagonal en dirección a Rosslare.
Las motos no habían dado ningún problema hasta el momento, sólo habíamos repuesto 100cc de aceite entre las dos además de tensar una cadena. El consumo, de récord, 4,5L /100 km, claro, nunca habíamos rodado tanto tiempo por asfalto. Respecto al tiempo, la ropa de agua continuaba almacenada en el fondo de las maletas, pero daba la sensación de que los días soleados tocaban a su fin.

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