Ferdinand y yo pensamos que para santificar las fiestas, nada mejor que
reunirnos con nuestras gemelas suecas los días 24 y 26. Bueno, cada vez
son menos gemelas, porque su nórdica entre Rekluse, Akrapovic y Ohlins
cada vez está más irreconocible. El hombre se muestra exultante con la
evolución de su máquina, ex-Antoine, y no es para menos, porque la
adoptó hecha unos zorros.


El
primer día la zurra fue de 100 km, pero reconozco que allá por el km 60
mi brazo ya pedía tregua. El caso es que anduvimos por ahí hasta que se
nos fue la luz casi por completo y suerte tuvimos de no celebrar la
nochebuena en plan subacuático merced a un tardío incidente en la rambla
de la Viuda. Mira que lo tienen dicho: no aventurarse por los cauces,
extremen la precaución con las crecidas, etc...
El día 26 al poco de salir ya estábamos otra vez en remojo; no aprendemos.
Esta
segunda jornada fue más breve, 50 kms y para casa, básicamente porque
yo estaba acusando los excesos en mis brazos. En general fueron dos días
de test bastante productivos. Atención a las refulgentes botas Sidi
réplica Cairoli que se gasta mi amigo.

Yo, por contra, voy cada vez más de camuflaje.