ATLAS'09. DIA 2. IMILCHIL -DEMNATE. 307 kms.

Esta segunda jornada implicaba pasar la noche fuera, por lo tanto cargamos con saco, esterilla y tienda convenientemente empaquetadas en las parrillas portabultos. Siempre hay posibilidad de buscar algún hotel, pero amarok, con experiencia en Marruecos, siempre insiste en llevar equipo de supervivencia por si las cosas salen mal.


Salimos por pista hacia los lagos de Islit y Tislit, deben estar a unos 2200 metros de altura aproximadamente. Esta foto es del primero:

 

Y esta del segundo, casi a pie de carretera, donde existe un albergue bastante frecuentado por turistas.

 

Desde los lagos todavía subimos más por asfalto hasta un puerto con unas vistas abismales. Tras descenderlo, cruzamos el río de rigor y ascendemos por pista primero hacia el Tizi n'Tefense y luego por un sendero frecuentado por hombres y burros, el medio de transporte más habitual entre la población autóctona.

 

Son animales muy asustadizos, y cada vez que los adelantas los asnos se espantan, reculan y ponen en un compromiso a sus amos para dominarlos. En la foto, amarok a punto de interaccionar con un paisano y su montura:

 

 Dejamos el sendero y por una pista continuamos ascendiendo hasta una zona donde lo normal era avanzar entre neveros, unos más profundos que otros, generalmente con huellas de animales o pisadas humanas, pero ni rastro de ruedas de coche o moto. Al parecer estrenábamos la zona, lo cual nos inspiraba respeto, pues nunca sabíamos si el grosor de la nieve nos obligaría a dar media vuelta:

 

A partir de aquí avanzamos por un altiplano extensísimo, con caminos desdibujados que aparecían y desaparecían constantemente. En esta zona nos encontramos con nativos más que pobres, dedicados en exclusiva a la ganadería y la silvicultura, algunos vivían no en casuchas, sino en chabolas. Por si no lo había dicho antes, en Marruecos la densidad de población es elevada, o al menos está muy dispersa, por lo cual, estés donde estés, siempre acabas encontrando gente por muy desolado que sea el lugar.

 

Atravesamos más y más neveros.

 

 

De nuevo, hubo que olvidarse de seguir por la pista y buscar otras rutas menos confortables,

 

 colina abajo.

 

Superadas las nieves comenzamos un prologado descenso bordeando un cañón impresionante. Cuando llegamos al fondo de la garganta nos topamos con el río correpondiente, algo crecido a causa del deshielo. Amarok amenaza con cruzarlo de un tirón pero yo no lo veo nada claro. Enseguida aparecen tres bereberes y nos indican que existe una pasarela a unos metros de distancia.

 

 

Más o menos nos entendemos e intuyo la ruta correcta para enfilar la moto en posición ventajosa para cruzar al otro lado (por la izquierda). Amarok opta por explorar otro itinerario (por la derecha):

 

 

Los bereberes no le pierden de vista:

 

Y finalmente, pasa al otro lado.

 

 

Prestad atención a la corriente del río, os aseguro que no era el lugar más adecuado para jugársela en un vadeo a lo loco. A estos hombres les dimos una propina por echarnos una manita:

 

 

Después de esto, otro altiplano de prados, barro, riachuelos a mansalva y por último, descendemos hasta una carretera bastante transitada. La diferencia de altura es considerable, y la temperatura es ahora mucho más elevada aunque sean las útimas horas de la tarde. Ahora el paisaje es verde y el ambiente claramente civilizado.

 

 

Esta fue otra constante del viaje: los grandes contrastes entre las zonas más altas y las bajas; la desolación y la superpoblación; la miseria y la "riqueza"; el frío y el calor; el color pardo y blanco de las cimas contra el verde de las llanuras.

Por la tarde pasamos por el pantano de Bin El Ouidane 

 

y también visitamos las cascadas de Ouzoud.

 

Repostamos en Ouaouizarht. Muchos kilómetros de asfalto hasta Demnate, buscamos alojamiento y acabamos en el Hotel Atlas (qué original, debe haber 100 hoteles con ese nombre en la zona). Este lugar (nos lo habían dicho) era más que correcto: un buen cuarto con baño y además parking cerrado por solo 180 dirhams (18 euros los dos). Cenamos en la habitación y a descansar, que el sol se escondía ya.