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viernes, 17 de junio de 2011

TRANSPORTUGAL MARZO 2011. DÍA 6

DÍA 6. GRÁNDOLA-VIANA DO ALENTEJO-ÉVORA-ALTER DO CHAO. 335 KMS.

Tras cargar las pilas a tope en el buffet del desayuno del hotel, reemprendí la marcha en dirección a Viana do Alentejo. Rodeé por asfalto el pinar sin salida de la noche anterior y retomé el track poco después de Odivelas. No pude contener la curiosidad y retrocedí unos kilómetros, ahora con la luz del día para orientarme bien, hasta el fatídico lugar del extravío.




Viniendo desde "el otro lado", conseguí conectar con la ruta de la jornada previa. Lo que sucedió unas horas antes fue que quise seguir el track a rajatabla, me cegué, y no vi una posible escapatoria por la derecha. Aquella zona llena de maleza donde el camino se volatilizó era un cortafuegos difuso lleno de restos de limpiezas forestales, con razón no vi ningún camino claro, y menos entre sombras.




A ver, si tampoco me di cuenta de que había pasado por estos cultivos circulares un par de kilómetros antes,



¿qué corcho iba yo a orientarme en un pinar de noche sin referencias de ningún tipo?

Resuelto el misterio, volví a concentrarme en la conducción a través de campos de cultivo, enlazando caminos de todo tipo entre finca y finca.




Dejé Torrao a mi izquierda y me dirigí hacia Vila Nova da Baronia, repitiendo el monótono ritual de abrir y cerrar cancelas.



También hubo momento para el relax y la meditación,



así como para interaccionar con el ganado lanar,



y para observar a distancia otro ganado de aspecto menos amistoso.




Desde Viana me dirigí a Évora, y tras una visita fugaz por el centro de la ciudad, tomé rumbo norte hacia Arraiolos, donde el track me obligaba a adentrarme en un finca angosta y superpoblada con bóvidos de variado aspecto y tamaño, así que después de intentar diversos rodeos, y ya sin más tiempo que malgastar dando vueltas, resolví volver al asfalto por lo menos hasta Pavía. Desde Pavía hasta el embalse de Montargil el camino transcurría por parajes solitarios


pero no faltos de encanto.



El embalse estaba a rebosar, y temí por un momento que las aguas hubiesen sepultado parte de la ruta, pero afortunadamente no fue así. El lugar invitaba por un lado a desmadrarse con el gas y por otro al relax y el descanso.


Desde el pantano llegué a Galveias, y desde allí, a través de alcornocales,




hasta Seda. En un páramo me encontré este letrero de una empresa de offroad,




una gente que monta desde cursillos hasta viajes para gente con trails gordas. Yo no doy el perfil, me falta la GS1200.

http://motoxplorers.com/

Y pasando bastante frío, llegué hasta Alter do Chao, el típico pueblo del Alentejo, con sus casas antiguas, calles adoquinadas y decoración en blanco + ocre / azul, no hay más combinaciones. Lejos de caer en el error del día previo, en cuanto le eché el ojo a un residencial, busqué habitación y me fui a descansar.

Podía decirse que esta sexta jornada había sido la última de viaje "a lo desconocido", y que los dos días que me quedaban por delante serían poco más que repetición de las dos primeras etapas del viaje. La programación improvisada se ajustaba a mis exigencias de tiempo disponible, así que sólo me quedaba un día por tierras portuguesas. Si todo iba bien, el día siguiente por la noche debía llegar a Alcántara.Volver arriba

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