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sábado, 6 de octubre de 2012

PIRINEOS SEPTIEMBRE 2012. ¿EXCURSIÓN O INVASIÓN? DÍA 1

DÍA 1. PIANOLÀ-EL PEDEESE. 165 kms

¿Excursión o invasión? Éramos ocho los convidados esta vez y, a pesar de que se anunciaba un tiempo de perros, no se rajó nadie. Increíble. El número de participantes era tan elevado que la escisión en un par de grupos parecía inevitable, cosa que a la postre, entre las averías, la niebla, las ganas de correr de algunos, los diferentes estados de ánimo y el cansancio de otros, sucedió de manera natural. Éramos una legión, sí, pero en ningún momento hubo aglomeraciones o atascos o tuvimos la sensación de colapsarlo todo, salvo los bares donde nos reagrupábamos, claro, entonces sí que dábamos el cante.

La noche previa a la salida, Monku, Pere, Dani, Joan, Johann y el que escribe nos reunimos en Pianolà, y a la mañana siguiente se presentaron por allí Bender, que reaparecía tras varias temporadas en el dique seco, y Aleix, quien además de pegarse el madrugón se vino desde Barna en moto de carretera a modo de warm-up. El día, como estaba anunciado, amaneció ligeramente lluvioso, y aunque escampó pronto, la amenaza de lluvia estuvo presente toda la mañana.

Con el terreno húmedo afloraron también los nervios, y en la gasolinera a casi todos nos entró la neura por dar con las presiones correctas en las ruedas.



Alguno, como Johann, andaba ya sobreexcitado a hora tan temprana.




Y para calmar la excitación, nada mejor que un remojón en el riu de la Guàrdia nada más abandonar la carretera.

Pere, el más veterano, chapoteó como un niño.




A partir del vadeo, Monku tomó el liderato,




y ya casi no le vimos el pelo hasta el port del Canuto, donde acababa el primer sector de pistas.

Fue en las inmediaciones del puerto donde Joan le dio el bautismo en cuestión de pinchazos a su flamante EXC, además lo hizo a lo grande, con un doble bocado en la cámara que la dejó para la basura. Enseguida el comité de emergencias se puso manos a la obra. De izquierda a derecha: Dani dando instrucciones, Bender sosteniendo la bomba de inflar, Monku cambiando la cámara, y Joan, el amo de la moto averiada, dándose el piro. Genial, ¿no? Razz




Gestionamos la emergencia tan rápida y brillantemente que la niebla acabó por envolvernos




y cuando acabamos la reparación ya no se veía tres en un burro. Con mucho cuidado fuimos ascendidendo siempre por pistas hasta reunirnos con el resto del grupo y culminar en el pic del Chorri, donde la visibilidad era todavía más reducida. Estábamos ya de bajada hacia Tors y a punto de meternos en una senda cuando nos apercibimos de que Bender y Aleix no venían. Al poco rato Bender telefonea para contarnos que Aleix ha roto la cadena. Una expedición de rescate volvió a subir casi hasta la misma cima del pico, mientras los que andaban más justos de combustible esperaban abajo.




Si observamos bien el piñón de ataque de la Husaberg, nos daremos cuenta de que con él podría hacerse perfectamente una sopa de aleta de tiburón.



El clip de recambio dio un poco la lata, circunstancia que propició un capítulo más del debate sobre la conveniencia de montar cadena con o sin retenes.


 Y de reparación en reparación, rodeados por la niebla, fuimos pasando la primera parte de la mañana. Lo de ir tantas motos se estaba convirtiendo en una maldición, y de seguir con aquel ritmo no llegaríamos a nuestro destino antes de que cayera la noche.

Por sendas inéditas debíamos afrontar un descenso de 1100 metros de desnivel hasta Tors. Monku fue delante todo el tiempo, así que de él no hay fotos; para contentar a la familia y a su marca favorita pongo algunas de su hermano con la 450 nuevecita.







Otros que formaban equipo familiar eran Dani y Pere, aquí se les ve con las Husaberg 2t.




no confundirlas con la 4t de Aleix.




Como puede apreciarse, la ruta transcurría por la ladera de un espeso bosque,




donde a veces la senda era poco más que una estrecha cornisa.




Otras veces el recorrido se transformaba en una sucesión de divertidas zetas




casi todas iguales, donde hubo ocasiones para algún tropiezo puntual.




En este richuelo Bender dio un traspiés sin consecuencias,




de hecho el principal damnificado en aquella zona fue uno de los "marshalls", Johann, cuyo casco, sin causa aparente, se precipitó al arroyo. Anda que no estaba fresquito y chocolateado por dentro cuando se lo puso.




Tras el incidente acuático proseguimos con la bajada




hasta plantarnos en Tors justo a la hora de comer. Fueron 8 kilómetros de sendero sin mayores dificultades que, sin duda, dejaron satisfechos a todos los expedicionarios.

En el bar nos comportamos cual legionarios que toman su rancho. La misma bebida y comida para todos: tercios de cerveza y bocadillos de lomo con queso. Se trataba de alimentarse e hidratarse rápidamente, nada más.




Si además el condumio estaba bueno, pues mejor que mejor.




Un traguito de cerveza rubia, con moderación, siempre sienta bien.




Pere mamaba como de un biberón, vaya estilo,




y Dani se las tomaba a pares, el tío.




Bender inicialmente mantuvo la compostura,




pero, cada vez más contento, acabó cayendo en la vorágine cervecera como todos los demás.




Para digerir bien, nos encaminamos a las pistas de esquí más cercanas,







En cuanto vieron aquellas rampas tan majas, algunos salieron como búfalos en estampida cuesta arriba.




Total, al poco rato ya estaban bajando.




Arriba del todo un cable cerraba el camino, así que cambiaron el hillclimbing por el downhill en un instante. Bender puso un poco de cordura y cual guardia urbano recondujo el tráfico por la senda que pasa bajo el telesilla.




Había que subir por aquí:




Algunos lo hicieron con estilo impecable,




y a otros (los más alcoholizados, me temo) nos costó un poco más.


 para regocijo de los que ya habían alcanzado la cumbre.




Allí estuvimos un rato, yo comentando la situación de las cimas por las que habíamos pasado por la mañana, allá a lo lejos, envueltas entre las nubes,




y otros, filosofando, extasiados ante la grandeza del paisaje pirenaico.


Al final cada uno subió como quiso o como pudo, a pesar de la pendiente, la nebulosa alcohólica, los cables abandonados que se enganchan en las ruedas, etcétera. Hubo quien incluso subió y bajó varias veces, o sea, libertad total.



Superada la estación superior del telesilla todavía debíamos subir más, hasta la cota 2400,




y luego seguir por un altiplano engullido por las nubes







donde el grupo se fue estirando cada vez más. Acabamos por reagruparnos en un prado, momento en que empezó a gestarse la primera escisión.




Algunos integrantes del grupo manifestaron su interés por seguir una ruta menos dura hasta el final, circunstancia que ya estaba prevista, mientras que otros optarían por la opción más exigente, pero de momento debíamos bajar todos juntos hasta el Valle Oscuro.

El team Husaberg 2t haciendo labor de equipo, que para eso son también familia,







seguidos por otra Husaberg, la de Aleix.







En el valle nos disgregamos. Bender, Johann, Joan y Pere optaron por la ruta sur, y la vía norte, más dura, nos la reservamos para Dani, Aleix, Monku y el que esto escribe.




La dureza radicaba en pasar el coll de la Loli a última hora de la tarde, como es tradición, con el cansancio acumulado durante la jornada y las mochilas a cuestas.







Monku y Aleix, que iban liderando el grupo, se equivocaron en una encrucijada y acabaron en un callejón sin salida, donde sudaron tinta china para darle la vuelta a las motos y volver a la senda principal. Cuando llegaron al "escaloncillo doble" pagaron el sobreesfuerzo. Aquí Monku subiéndose por las paredes,




y aquí dando un buen golpe de riñones.




Más tarde llegó el turno de Aleix,







y una vez todos arriba, seguimos marcha hacia el oeste.





 Tras pasar las zonas más conflictivas, cerca del collado nos reagrupamos.




Aún nos quedaban un par de pasos complicados, por su estrechez




y por estar algo expuestos al vacío.




Era custión de tomárselo con calma. Monku superó el abismo él solito, y para celebrarlo se marcó un café explosivo nada más superar el peligro. ¡Vaya nube tóxica!




Dani vio el abismo de cerca,

 


la otra Husa la subimos a cuatro manos,

 


y yo que venía el último, también pedí un rescate preventivo.




La KTM necesitaba líquido, pero el manantial situado a la salida de la senda estaba seco. Y peor aún, la senda estaba bloqueada por un vallado que unos granjeros había plantado allí recientemente. Monku se ofeció voluntario para buscar una vía de escape paralela a las vallas, pero él y Dani acabaron enredados entre los hierros y los matojos. Al poco rato irrumpieron en escena los propietarios (suponemos) del terreno, quienes llevaban rato observándonos y escuchándonos. Cuando comprendieron que íbamos por la ruta menos indicada vinieron a nuestro encuentro, abriendo el cercado para que salieran Monku y Dani, y recomendándonos una escapatoria por el prado contiguo a mí y a Aleix.




Un poco más adelante, en una sucia fuente, rellenamos el radiador de la KTM para aplacar sus calores.




Una vez superado el coll sólo nos quedaba enlazar por pistas hasta El Pedeese aprovechando la última hora de sol. Nos perdimos por mi culpa, al cargar precipitadamente un track sin comprobar, pero salimos del entuerto airosos, alcanzando nuestro objetivo al atardecer. Bender y compañía hacía rato que habían llegado; los encontramos, cómo no, privando en la barra del bar más cercano al hostal. ¡Por eso tenían tanta prisa!

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