PIRINEOS JUNIO 2013. DÍA 1
DÍA 1. CUELLO DE LA NARGONA - PUENTE DE TER. 210 KMS.
Nueve motos esta vez para afrontar la versión 2.0 de la ruta clásica entre Cuello de la Nargona y el Puente de Ter. Como se anunciaba, esta segunda edición sería más dura en todos los sentidos, ya fuera subiendo, bajando, empujando o pensando. Teníamos más horas de sol que nunca para completarla, y aunque contábamos con que esta vez no acabaríamos de noche, otra vez nos sorprendieron las tinieblas en mal sitio. Sin nocturnidad no hay ruta pirenaica que se precie de llamarse así, que quede claro.
La partida, en buena hora, desde la calle de boxes, muy cerca del hotel donde Moncu es cliente vip desde hace ya varios años. Sólo pronuncias su nombre allí y se abren todas las puertas, el día menos pensado nos recibirán con un gin-tónic de bienvenida.
Tras el usual enlace por carretera nos fuimos directamente al bautizo de los participantes, alguno se escapó cruzando por el puente, por cierto, este seguirá siendo pagano mientras no se remoje.
Andr1u, sin vacilaciones, sobre GG200,
Bender, lavando la moto después de 9 meses de enclaustramiento, sobre GG250,
Aleix85, a favor de la corriente, con Husa450,
El bautizo por aspersión fue suficiente para casi todos, excepto en el caso de Pere, con la Husa 250, que optó por el bautizo por inmersión, como los mormones o los bautistas.
La inmersión se prolongó lo sufiente como para anegar el motor de la sueca,
y hubo que remolcarla hasta la orilla. Menos mal que Moncu se dignó a mojarse, si no, todavía estaba allí la moto. Una vez en la orilla no faltaron manos para vaciarla de agua, y tras unos minutos de incertidumbre, el motor volvió a rugir. Vaya inicio.
Tras el riachuelo, una tachuela: una senda facilona pero muy resbaladiza en ascenso que nacía en Venas de Segre. Creo que mientras subíamos todo el mundo tuvo el mismo pensamiento: "Alguien me ha desinflado las ruedas esta noche, la moto no agarra, no sube, ¿qué pasaaa?". En la foto, Xavi, con la Six Days 250.
Hubo alguna caída y también extravíos. Echamos mano de los móviles para saber qué diantre estaba pasando por ahí abajo. Moncu, el Barón Dandy del enduro, siempre impecablemente vestido, parecía decir: ¿Estos suben o ké asen?
Mientras algunos esperábamos, los más fieros decidieron atreverse con el segundo tramo de la trialera. Se sabía que era muy empinada, pero Xavi, Deivid y Moncu se fueron para arriba a batirse entre los riscos. Deivid, el primero.
Al rato de marchar los más salvajes, llegaron los demás rodeando una pequeña colina.
Dani, con su 300, fue el primero del team Husaberg 2t,
y a continuación, Pere, que se dio otro trapajazo al culminar.
Con andr1u y aleix85 ya estábamos reunidos los 6 que optaríamos por la chicken line,
que fue la mejor decisión posible, porque los que optaron por la trialera dura, después de mucho insistir, tuvieron que darse la vuelta sin poder culminar y con unas cuantas calorías menos en el cuerpo.
Por pistas sinuosas y anchas primero, y después por otras más rectas pero encharcadas, llegamos en masa a un coll importante
donde habitualmente cambia el clima. Del barro y los charcos pasamos a la nieve y la niebla en pocos kilómetros.
La gente se paraba para abrigarse (en las fotos veo que yo no, estoy hecho un frescales) o limpiarse las gafas, el caso es que nos fuimos disgregando a medida que subíamos hacia las cimas.
A veces se montaba un trenecito. Ante la duda, mejor seguir la huella que abrir brecha por la nieve virgen.
Sobre la cota 2240 hubo que plantearse si seguir hasta los 2380 metros o bordear el pico por una escapatoria a menos altura. Aunque no lo parezca, en algunos ventisqueros se acumulaba mucha nieve, y el grosor iba in crescendo, demasiada para internarnos a la aventura si queríamos llegar al final de etapa cumpliendo mínimamente el track proyectado.
Lo bueno de la nieve es que suele poner a la gente de buen humor. Para tirarnos allí toda la mañana jugando habría estado genial, pero para una ruta larga, era excesiva. Mejor retroceder hasta la ruta alternativa para ganar tiempo, aunque nada nos garantizaba tener paso expedito, pues pasaríamos de la cara sur a la norte, justo donde se sitúan las pistas de esquí próximas.
La ruta alternativa a lo largo de la cota 2000 fue bastante entretenida, con manchas de nieve, algún árbol caído y neveros de diferentes espesores.
Obsérvese a Xavi montando rueda lenticular delantera para mejorar la penetración aerodinámica.
Y véase también a este individuo de casi 2 metros de altura haciendo la croqueta sobre la nieve a la menor oportunidad.
En resumen, el tiempo que pasamos en la nieve fue bastante divertido, y al final conseguimos llegar hasta el siguiente objetivo, el descenso "extremo", extremo por la longitud, no por la dificultad.
Lo cierto es que no comenzamos la bajada desde su punto más elevado por culpa del rodeo que tuvimos que dar, pero aun así fueron exactamente 1000 metros de desnivel,
siempre a través del bosque,
a veces por toboganes, encontrándonos también algún obstáculo puntual,
pero en general una bajada limpia y para disfrutar.
Simplemente, bajar y bajar hacia el valle.
En nuestro afán por bajar lo más recto posible, mi grupo atajó más de la cuenta y el otro se quedó cortado esperándonos. Tras unos minutos de desconcierto y con algo de retraso, nos reunimos todos en la gasolinera de Tors,
y de allí al bar a comer algo y a ver la Q2 de motoGP.
Moncu enseguida se puso con tres cascos rojos, como Pedrosa en Mugello, pero cascos de vidrio, ojo.
La reacción de Bender no se hizo esperar, y con doce cascos rojos, se hizo finalmente con la pole.
La pole indiscutiblemente sería otra vez para Bender, el resto, nos tomamos unas birritas y algo rápido de comer.
Plato combinado número 1 para todos, en plan rancho militar.
No había tiempo que perder. El riu del Mató nos esperaba, y Pere tal vez nos sorprendería con un nuevo estilo de pescar truchas, pero no fue así, hizo un vadeo impecable, de postal.
Por senda ascendente nos dirigimos a Mentecat, donde la armada Husaberg zozobró casi al completo en una revuelta del camino: uno por el suelo y los otros fuera de la trazada maniobrando. ¿Habría órdenes de equipo?
Una vez en la buena senda, a escalar de nuevo.
Unos metros más arriba, Xavi y Deivid sufrieron para reincorporarse a la carretera.
Ya les advertimos que la salida era un poco conflictiva, pero quisieron probarlo en sus carnes, así que, no problem, somos tolerantes con el martirio autoinfligido.
Más arriba todavía, otra zeta con salida inmediata al asfalto nos dio trabajo a más de uno.
Abandonamos las sendas de tierra para seguir la escalada por zonas herbosas y boscosas
hasta alcanzar Cuernafort, donde nos reagrupamos tras algunos extravíos.
Por cierto, Bender y Andr1u habían optado por seguir una ruta menos exigente desde Tors. Por lo que sé pasaron por la senda del pont del diable y tuvieron un feo encuentro con unos astados.
Los seis que llegamos a Cuernafort seguimos subiendo hacia la Muntanya de Bailén por caminuchos y sendas de variado pelaje.
En un momento dado, el líder de turno se saltó una zeta y nos condujo a un callejón sin salida, momento que aprovechamos para coordinarnos con los más rezagados. Al final, culminamos en el Pla de Barenet donde nos dimos un respiro
y algún paseíto por el prado para estirar las articulaciones.
El siguiente objetivo pasaba por bajar al valle, previo paso por Bailén, donde nos metimos en un buen lío buscando un sendero inédito que al final resultó imposible. Nos tocó bajar hasta el valle por carretera y una vez allí tampoco nos salió bien el acceso a Pelamela. Al menos la siguiente sección de sendas hasta Cortmontés ya la conocíamos y salvo algún tropiezo avanzamos relativamente rápidos.
No quedaba luz para hacer mucha cosa más. Decidí que merecía más la pena para mis amigos disfrutar del hill-climbing antes que pasar por el coll de la Loli, sobradamente conocido. Así pues, desde Cortmontés comenzamos la última sección endurera del día que debía conducirnos hasta cierta ermita en lo alto de un cerro. Yo guié hasta el inicio del tramo más duro: 6 kms entre sendas y prados sin dejar de subir nos esperaban.
Los primeros kilómetros, por senda de piedras muy deshecha, donde las Husa 2t lo pasaron mal.
Con esfuerzo, llegaron al final de la senda, con el estany de Cortmontés al fondo.
Aleix, con la bomba del embrague rezumando líquido todo el día, cerraba el grupo haciendo de moto-escoba.
A Moncu, Deivid y Xavi les entró una urgencia desmedida por culminar la subida y aunque a veces oíamos sus acelerones perdidos en la distancia, ya no volvimos a verles hasta la hora de la cena. Pere, Dani, Aleix y yo nos encontrábamos en el ecuador del ascenso,
justo cuando el track gira de golpe a la derecha, pero donde por comodidad sigues dirección norte navegando por praderas salpicadas de arbustos.
Al mismo tiempo, las alambradas van acotando el espacio para circular.
En esta imagen estábamos ya cerca de iniciar el arreón final, sólo quedaba ascender las dos colinas bajo los picos nevados. Las sombras se alargaban cada vez más, y quedaba el tiempo justo de hacer cima y poco más.
Previamente había que superar una valla para el ganado, la que se ve justo detrás de la moto,
y a continuación, improvisar entre las trochas del ganado o las trazas dejadas por nuestros compañeros.
Yo pensaba que los que iban por delante nos esperarían en alguno de los pasos más conflictivos o que al menos los encontraríamos en la ermita rezando alguna plegaria por nuestra salvación, pero no, se fueron.
En la cima tuvimos poco tiempo de disfrutar. El viento azotaba con fuerza el lugar, y consultar el mapa era una auténtica odisea. De cualquier manera, estaba muy claro nuestro futuro más cercano: la noche caía inexorablemente y la única opción era bajar por pista hasta el siguiente valle y luego tirar por asfalto hacia el final de etapa, casi 50 kms, demasiado para las 2t. Aunque Pere y Dani fueron a una velocidad de crucero bajísima, antes de culminar el último coll del día la 300 se quedó seca. Entre las sombras, trasvasamos combustible desde la drz a la Husa, y luego, a la luz de la linterna, añadimos el aceite pertinente.
En una carretera desolada como aquella donde las abducciones por extraterretres deben ser habituales, nuestra estampa a la luz de los faros del único coche que pasó debió ser fantasmagórica. El conductor debió tomarnos por la santa compaña o por unos contrabandistas de poca monta, menudo show.
Pasadas las 11 de la noche, hambrientos y cansados, llegamos al Puente de Ter. Había sido una jornada entretenida, como nos imaginábamos, pero una vez más, las previsiones se quedaron cortas.
Nueve motos esta vez para afrontar la versión 2.0 de la ruta clásica entre Cuello de la Nargona y el Puente de Ter. Como se anunciaba, esta segunda edición sería más dura en todos los sentidos, ya fuera subiendo, bajando, empujando o pensando. Teníamos más horas de sol que nunca para completarla, y aunque contábamos con que esta vez no acabaríamos de noche, otra vez nos sorprendieron las tinieblas en mal sitio. Sin nocturnidad no hay ruta pirenaica que se precie de llamarse así, que quede claro.
La partida, en buena hora, desde la calle de boxes, muy cerca del hotel donde Moncu es cliente vip desde hace ya varios años. Sólo pronuncias su nombre allí y se abren todas las puertas, el día menos pensado nos recibirán con un gin-tónic de bienvenida.
Tras el usual enlace por carretera nos fuimos directamente al bautizo de los participantes, alguno se escapó cruzando por el puente, por cierto, este seguirá siendo pagano mientras no se remoje.
Andr1u, sin vacilaciones, sobre GG200,
Bender, lavando la moto después de 9 meses de enclaustramiento, sobre GG250,
Aleix85, a favor de la corriente, con Husa450,
El bautizo por aspersión fue suficiente para casi todos, excepto en el caso de Pere, con la Husa 250, que optó por el bautizo por inmersión, como los mormones o los bautistas.
La inmersión se prolongó lo sufiente como para anegar el motor de la sueca,
y hubo que remolcarla hasta la orilla. Menos mal que Moncu se dignó a mojarse, si no, todavía estaba allí la moto. Una vez en la orilla no faltaron manos para vaciarla de agua, y tras unos minutos de incertidumbre, el motor volvió a rugir. Vaya inicio.
Tras el riachuelo, una tachuela: una senda facilona pero muy resbaladiza en ascenso que nacía en Venas de Segre. Creo que mientras subíamos todo el mundo tuvo el mismo pensamiento: "Alguien me ha desinflado las ruedas esta noche, la moto no agarra, no sube, ¿qué pasaaa?". En la foto, Xavi, con la Six Days 250.
Hubo alguna caída y también extravíos. Echamos mano de los móviles para saber qué diantre estaba pasando por ahí abajo. Moncu, el Barón Dandy del enduro, siempre impecablemente vestido, parecía decir: ¿Estos suben o ké asen?
Mientras algunos esperábamos, los más fieros decidieron atreverse con el segundo tramo de la trialera. Se sabía que era muy empinada, pero Xavi, Deivid y Moncu se fueron para arriba a batirse entre los riscos. Deivid, el primero.
Al rato de marchar los más salvajes, llegaron los demás rodeando una pequeña colina.
Dani, con su 300, fue el primero del team Husaberg 2t,
y a continuación, Pere, que se dio otro trapajazo al culminar.
Con andr1u y aleix85 ya estábamos reunidos los 6 que optaríamos por la chicken line,
que fue la mejor decisión posible, porque los que optaron por la trialera dura, después de mucho insistir, tuvieron que darse la vuelta sin poder culminar y con unas cuantas calorías menos en el cuerpo.
Por pistas sinuosas y anchas primero, y después por otras más rectas pero encharcadas, llegamos en masa a un coll importante
donde habitualmente cambia el clima. Del barro y los charcos pasamos a la nieve y la niebla en pocos kilómetros.
La gente se paraba para abrigarse (en las fotos veo que yo no, estoy hecho un frescales) o limpiarse las gafas, el caso es que nos fuimos disgregando a medida que subíamos hacia las cimas.
A veces se montaba un trenecito. Ante la duda, mejor seguir la huella que abrir brecha por la nieve virgen.
Sobre la cota 2240 hubo que plantearse si seguir hasta los 2380 metros o bordear el pico por una escapatoria a menos altura. Aunque no lo parezca, en algunos ventisqueros se acumulaba mucha nieve, y el grosor iba in crescendo, demasiada para internarnos a la aventura si queríamos llegar al final de etapa cumpliendo mínimamente el track proyectado.
Lo bueno de la nieve es que suele poner a la gente de buen humor. Para tirarnos allí toda la mañana jugando habría estado genial, pero para una ruta larga, era excesiva. Mejor retroceder hasta la ruta alternativa para ganar tiempo, aunque nada nos garantizaba tener paso expedito, pues pasaríamos de la cara sur a la norte, justo donde se sitúan las pistas de esquí próximas.
La ruta alternativa a lo largo de la cota 2000 fue bastante entretenida, con manchas de nieve, algún árbol caído y neveros de diferentes espesores.
Obsérvese a Xavi montando rueda lenticular delantera para mejorar la penetración aerodinámica.
Y véase también a este individuo de casi 2 metros de altura haciendo la croqueta sobre la nieve a la menor oportunidad.
En resumen, el tiempo que pasamos en la nieve fue bastante divertido, y al final conseguimos llegar hasta el siguiente objetivo, el descenso "extremo", extremo por la longitud, no por la dificultad.
Lo cierto es que no comenzamos la bajada desde su punto más elevado por culpa del rodeo que tuvimos que dar, pero aun así fueron exactamente 1000 metros de desnivel,
siempre a través del bosque,
a veces por toboganes, encontrándonos también algún obstáculo puntual,
pero en general una bajada limpia y para disfrutar.
Simplemente, bajar y bajar hacia el valle.
En nuestro afán por bajar lo más recto posible, mi grupo atajó más de la cuenta y el otro se quedó cortado esperándonos. Tras unos minutos de desconcierto y con algo de retraso, nos reunimos todos en la gasolinera de Tors,
y de allí al bar a comer algo y a ver la Q2 de motoGP.
Moncu enseguida se puso con tres cascos rojos, como Pedrosa en Mugello, pero cascos de vidrio, ojo.
La reacción de Bender no se hizo esperar, y con doce cascos rojos, se hizo finalmente con la pole.
La pole indiscutiblemente sería otra vez para Bender, el resto, nos tomamos unas birritas y algo rápido de comer.
Plato combinado número 1 para todos, en plan rancho militar.
No había tiempo que perder. El riu del Mató nos esperaba, y Pere tal vez nos sorprendería con un nuevo estilo de pescar truchas, pero no fue así, hizo un vadeo impecable, de postal.
Por senda ascendente nos dirigimos a Mentecat, donde la armada Husaberg zozobró casi al completo en una revuelta del camino: uno por el suelo y los otros fuera de la trazada maniobrando. ¿Habría órdenes de equipo?
Una vez en la buena senda, a escalar de nuevo.
Unos metros más arriba, Xavi y Deivid sufrieron para reincorporarse a la carretera.
Ya les advertimos que la salida era un poco conflictiva, pero quisieron probarlo en sus carnes, así que, no problem, somos tolerantes con el martirio autoinfligido.
Más arriba todavía, otra zeta con salida inmediata al asfalto nos dio trabajo a más de uno.
Abandonamos las sendas de tierra para seguir la escalada por zonas herbosas y boscosas
hasta alcanzar Cuernafort, donde nos reagrupamos tras algunos extravíos.
Por cierto, Bender y Andr1u habían optado por seguir una ruta menos exigente desde Tors. Por lo que sé pasaron por la senda del pont del diable y tuvieron un feo encuentro con unos astados.
Los seis que llegamos a Cuernafort seguimos subiendo hacia la Muntanya de Bailén por caminuchos y sendas de variado pelaje.
En un momento dado, el líder de turno se saltó una zeta y nos condujo a un callejón sin salida, momento que aprovechamos para coordinarnos con los más rezagados. Al final, culminamos en el Pla de Barenet donde nos dimos un respiro
y algún paseíto por el prado para estirar las articulaciones.
El siguiente objetivo pasaba por bajar al valle, previo paso por Bailén, donde nos metimos en un buen lío buscando un sendero inédito que al final resultó imposible. Nos tocó bajar hasta el valle por carretera y una vez allí tampoco nos salió bien el acceso a Pelamela. Al menos la siguiente sección de sendas hasta Cortmontés ya la conocíamos y salvo algún tropiezo avanzamos relativamente rápidos.
No quedaba luz para hacer mucha cosa más. Decidí que merecía más la pena para mis amigos disfrutar del hill-climbing antes que pasar por el coll de la Loli, sobradamente conocido. Así pues, desde Cortmontés comenzamos la última sección endurera del día que debía conducirnos hasta cierta ermita en lo alto de un cerro. Yo guié hasta el inicio del tramo más duro: 6 kms entre sendas y prados sin dejar de subir nos esperaban.
Los primeros kilómetros, por senda de piedras muy deshecha, donde las Husa 2t lo pasaron mal.
Con esfuerzo, llegaron al final de la senda, con el estany de Cortmontés al fondo.
Aleix, con la bomba del embrague rezumando líquido todo el día, cerraba el grupo haciendo de moto-escoba.
A Moncu, Deivid y Xavi les entró una urgencia desmedida por culminar la subida y aunque a veces oíamos sus acelerones perdidos en la distancia, ya no volvimos a verles hasta la hora de la cena. Pere, Dani, Aleix y yo nos encontrábamos en el ecuador del ascenso,
justo cuando el track gira de golpe a la derecha, pero donde por comodidad sigues dirección norte navegando por praderas salpicadas de arbustos.
Al mismo tiempo, las alambradas van acotando el espacio para circular.
En esta imagen estábamos ya cerca de iniciar el arreón final, sólo quedaba ascender las dos colinas bajo los picos nevados. Las sombras se alargaban cada vez más, y quedaba el tiempo justo de hacer cima y poco más.
Previamente había que superar una valla para el ganado, la que se ve justo detrás de la moto,
y a continuación, improvisar entre las trochas del ganado o las trazas dejadas por nuestros compañeros.
Yo pensaba que los que iban por delante nos esperarían en alguno de los pasos más conflictivos o que al menos los encontraríamos en la ermita rezando alguna plegaria por nuestra salvación, pero no, se fueron.
En la cima tuvimos poco tiempo de disfrutar. El viento azotaba con fuerza el lugar, y consultar el mapa era una auténtica odisea. De cualquier manera, estaba muy claro nuestro futuro más cercano: la noche caía inexorablemente y la única opción era bajar por pista hasta el siguiente valle y luego tirar por asfalto hacia el final de etapa, casi 50 kms, demasiado para las 2t. Aunque Pere y Dani fueron a una velocidad de crucero bajísima, antes de culminar el último coll del día la 300 se quedó seca. Entre las sombras, trasvasamos combustible desde la drz a la Husa, y luego, a la luz de la linterna, añadimos el aceite pertinente.
En una carretera desolada como aquella donde las abducciones por extraterretres deben ser habituales, nuestra estampa a la luz de los faros del único coche que pasó debió ser fantasmagórica. El conductor debió tomarnos por la santa compaña o por unos contrabandistas de poca monta, menudo show.
Pasadas las 11 de la noche, hambrientos y cansados, llegamos al Puente de Ter. Había sido una jornada entretenida, como nos imaginábamos, pero una vez más, las previsiones se quedaron cortas.
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