El año endurero acabó en las cuencas mineras, más exactamente en San Eloy.
Y continuó por esas mismas tierras, frías como pocas.
Había que sacar a pasear a la DRZ por aquellos páramos nevados. Anda que no le gusta la nieve a la Suzuki.
El confort de la DRZ no tiene comparación con la aspereza de la FE,
pero la segunda tiene otras muchas ventajas sobre la primera que, tras
3000 kms de relación, son ya irrenunciables para mi habitual enduro
solitario en tierras remotas. Me cuesta menos levantarla del suelo,
tiene menos inercias, y al final del día estoy menos cansado y, sin
entrar en comparaciones exhaustivas, esto último era el objetivo:
disminuir el cansancio tras muchas horas encima de la moto.
Recuerdo una jornada a
finales del invierno especialmente notable por los constantes y
caprichosos cambios del tiempo. Empezó bien, con bonitos puentes
medievales,
y paisajes serenos y soleados por el altiplano.
Lástima que el pronóstico del tiempo, que amenazaba con una ciclogénesis
explosiva, se cumpliera con precisión. Tuve sol, nubes, viento
huracanado, ventisca, granizo, lluvia, en fin, que me quité y me puse el
chubasquero no menos de diez veces, total para nada, porque siempre
acababa saliendo el sol.
Otra de las novedades de esta actualización es que me he agenciado una
cámara onboard Drift y no pude elegir mejor día que aquel de la
ciclogénesis para su debut. El vídeo que viene a continuación sigue
cronológicamente la sucesión de fenómenos meteorológicos de aquel día.
Una gran jornada, sin duda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario