DÍA 20. SHKODER-PODGORICA. 160 kms
Si la etapa anterior fue de barco, esta también tendría carácter fluvial o lacustre, aunque sin crucero.
La entrada a Montenegro, por carreteras terciarias, siempre bordeando la ribera del lago Skadar.
Menuda calma en sus orillas. A medida que me acercaba a Virpazaar florecieron los puestos a pie de carretera donde vendían aguardiente casero, qué peligro. Igualmente, el lago se fue transformando en el mar de los sargazos, qué raro todo.
Sencillamente, es que la región de Bobija ofrece estos fabulosos paisajes. Mi objetivo: Dodosi,
donde debía encontrar cierto puente para introcucirme en las marismas cercanas a Podgorica. El caso es que no llegué a cruzar dicho puente ni atravesé las marismas tampoco.
El
lugar bien se merecía un receso para tomar un baño en el lago, y
también un número importante de cervezas en compañía de Srecko y
Aleksandra. Había visto su GSX750 aparcada a la puerta del bar situado
en el mismo lago, entré a saludarles y enseguida congeniamos.
El resto de la tarde transcurrió entre birras y baños en aquel paraíso inesperado, era bastante previsible. ¿Dónde iba a estar mejor?
Srecko repetía inisistentemente un par de mantras:
-Bikers are brothers.
-It's my pleasure.
Total que después de estar charlando sobre motos, viajes, religión, guerras y otros temas quedó bastante claro que me invitaba a todo lo que podía beber y después a cenar y a dormir en su casa de la capital donde vivía con toda su familia ¿Quién de nosotros en occidente haría lo mismo por un desconocido?
La entrada a Montenegro, por carreteras terciarias, siempre bordeando la ribera del lago Skadar.
Menuda calma en sus orillas. A medida que me acercaba a Virpazaar florecieron los puestos a pie de carretera donde vendían aguardiente casero, qué peligro. Igualmente, el lago se fue transformando en el mar de los sargazos, qué raro todo.
Sencillamente, es que la región de Bobija ofrece estos fabulosos paisajes. Mi objetivo: Dodosi,
donde debía encontrar cierto puente para introcucirme en las marismas cercanas a Podgorica. El caso es que no llegué a cruzar dicho puente ni atravesé las marismas tampoco.
El resto de la tarde transcurrió entre birras y baños en aquel paraíso inesperado, era bastante previsible. ¿Dónde iba a estar mejor?
Srecko repetía inisistentemente un par de mantras:
-Bikers are brothers.
-It's my pleasure.
Total que después de estar charlando sobre motos, viajes, religión, guerras y otros temas quedó bastante claro que me invitaba a todo lo que podía beber y después a cenar y a dormir en su casa de la capital donde vivía con toda su familia ¿Quién de nosotros en occidente haría lo mismo por un desconocido?
No hay comentarios:
Publicar un comentario