DÍA 3. FORT MONTINHO - FUNDAO. 245 KM
Para una vez que pillamos un buen hotel con piscina, llegamos de noche y no la disfrutamos, qué rabia.
El gasto de agua que no hicimos lo compensamos en el buffet del desayuno: no menos de 45 minutos comiendo y bebiendo sin parar. Se supone que la ruta es de sol a sol y sin parada para almorzar ni nada parecido, así que había que llenar el buche.
Salimos de Fort Montinho atravesando el aeropuerto (¿?), un pedregal gigantesco en medio de la nada. A continuación inauguramos el lento proceso de abrir y cerrar puertas para el ganado que nos "animaría" buena parte de esta jornada. El promedio, a hacer gárgaras.
El acceso a Monsanto, por vía empedrada
siempre cuesta arriba.
Una vez en lo alto de la villa Batelumes se fue de compras a una farmacia a por no sé qué pomada.
Las vistas desde este promontorio, amplias:
El problema de la vivienda, como en todos lados, complicado. Hay quien vive en plan troglodita.
Otros ya resolvieron ese problema y los alojaron junto al precipicio.
Había que salir de allí. Circulamos por empinadas callejuelas
hasta dar con la salida del recinto.
La bajada al llano transcurría por una nueva calzada,
amplia en general,
estrecha otras veces.
Poco después los problemas no fueron de anchura, sino de altura.
En Idanha a Velha nos detuvimos un instante para contemplar la fortaleza,
y sin más dIlación enfilamos la salida del lugar por el puente romano
que a buen seguro resistirá en pie unos cuantos siglos más.
A Idanha-a-Nova subimos, cómo no, por una calzada.
Repostamos y continuamos ruta hacia el oeste. Fue entonces cuando Batelumes detectó un ruidito molesto en la trasmisión de la Adventure, así que paramos bajo unos pinos y allí estuvo un rato diagnosticando la avería. Detectó, entre otras cosas, que los rodamientos de las bieletas tenían un juego de narices, pero el ruidito parecía venir de algunos eslabones gripados de la cadena, problema que resolvió con un poco de grasa.
Más pistas insulsas y puertas para el ganado por doquier, uf, vaya monotonía.
Llegados a las riberas del río Ponsul, enlazamos con el recorrido de mi anterior Transportugal. Durante unos pocos kilómetros transitaría por caminos conocidos, pero en las proximidades de Castelo Branco me permití la licencia de variar la antigua ruta,
circulando intuitivamente por la maraña de pistas forestales y cortafuegos
que rodean la ciudad.
A partir de aquí sólo viajaríamos hacia el norte, de regreso a Brasania, pero por una ruta diferente a la de bajada al sur, siempre más cerca de poniente.
Durante la tarde, como estaba anunciado, nos sorprendió la lluvia, pero nunca en cantidad suficiente como para ponernos los chubasqueros. Los caminos vespertinos fueron bastante ratoneros y caprichosamente retorcidos; al final ya cansaban un poco, porque tenías la sensación de que estabas haciendo el tonto con tanto avance y retroceso.
Llegamos a una curiosa sucesión de pueblos con nombres de animales, Zebras y Orca, momento en el que se terció una nueva dosis de bebercio, sólo por variar un poco el ritmo, no por vicio, eh?
Y ya del tirón, hasta Fundao a buscar más alimento y un catre para la noche.
Para una vez que pillamos un buen hotel con piscina, llegamos de noche y no la disfrutamos, qué rabia.
El gasto de agua que no hicimos lo compensamos en el buffet del desayuno: no menos de 45 minutos comiendo y bebiendo sin parar. Se supone que la ruta es de sol a sol y sin parada para almorzar ni nada parecido, así que había que llenar el buche.
Salimos de Fort Montinho atravesando el aeropuerto (¿?), un pedregal gigantesco en medio de la nada. A continuación inauguramos el lento proceso de abrir y cerrar puertas para el ganado que nos "animaría" buena parte de esta jornada. El promedio, a hacer gárgaras.
El acceso a Monsanto, por vía empedrada
siempre cuesta arriba.
Una vez en lo alto de la villa Batelumes se fue de compras a una farmacia a por no sé qué pomada.
Las vistas desde este promontorio, amplias:
El problema de la vivienda, como en todos lados, complicado. Hay quien vive en plan troglodita.
Otros ya resolvieron ese problema y los alojaron junto al precipicio.
Había que salir de allí. Circulamos por empinadas callejuelas
hasta dar con la salida del recinto.
La bajada al llano transcurría por una nueva calzada,
amplia en general,
estrecha otras veces.
Poco después los problemas no fueron de anchura, sino de altura.
En Idanha a Velha nos detuvimos un instante para contemplar la fortaleza,
y sin más dIlación enfilamos la salida del lugar por el puente romano
que a buen seguro resistirá en pie unos cuantos siglos más.
A Idanha-a-Nova subimos, cómo no, por una calzada.
Repostamos y continuamos ruta hacia el oeste. Fue entonces cuando Batelumes detectó un ruidito molesto en la trasmisión de la Adventure, así que paramos bajo unos pinos y allí estuvo un rato diagnosticando la avería. Detectó, entre otras cosas, que los rodamientos de las bieletas tenían un juego de narices, pero el ruidito parecía venir de algunos eslabones gripados de la cadena, problema que resolvió con un poco de grasa.
Más pistas insulsas y puertas para el ganado por doquier, uf, vaya monotonía.
Llegados a las riberas del río Ponsul, enlazamos con el recorrido de mi anterior Transportugal. Durante unos pocos kilómetros transitaría por caminos conocidos, pero en las proximidades de Castelo Branco me permití la licencia de variar la antigua ruta,
circulando intuitivamente por la maraña de pistas forestales y cortafuegos
que rodean la ciudad.
A partir de aquí sólo viajaríamos hacia el norte, de regreso a Brasania, pero por una ruta diferente a la de bajada al sur, siempre más cerca de poniente.
Durante la tarde, como estaba anunciado, nos sorprendió la lluvia, pero nunca en cantidad suficiente como para ponernos los chubasqueros. Los caminos vespertinos fueron bastante ratoneros y caprichosamente retorcidos; al final ya cansaban un poco, porque tenías la sensación de que estabas haciendo el tonto con tanto avance y retroceso.
Llegamos a una curiosa sucesión de pueblos con nombres de animales, Zebras y Orca, momento en el que se terció una nueva dosis de bebercio, sólo por variar un poco el ritmo, no por vicio, eh?
Y ya del tirón, hasta Fundao a buscar más alimento y un catre para la noche.
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