DÍA 3. KRAGUJEVAC-NIS. 250 KM
Desperté como si me hubiera pasado un tranvía por encima. Ya no
recordaba el cansancio que podía producir un día intenso de moto por
montañas y bosques. Superar bien el segundo día es crucial porque el
resto de jornadas ya no puedes estar mucho más cansado, vaya consuelo.
Tal vez me había descuidado con la hidratación, quién sabe, así que en
la primera gasolinera que me salió al paso tomé mi primera Jelen para
empezar fuerte. Con ánimos renovados me fui directo a las montañas
Kucajske, a ver qué sucedía en su interior.
Sucedía que allí pocos habitantes moraban, y el único que encontré bien me roció de polvo.
Ya digo, todo estaba bastante tranquilo, como la gasolinera abandonada allá en una solitaria encrucijada de caminos.
Con
unos pocos dinara habría conseguido un buen número de litara, pero
seguramente hacía ya muchos años que habían dejado de servir
combustible.
Más y más bosques, generalmente por pistas secas y sin mayores problemas,
hasta
que llegué a las inmdiaciones del pico Ratanj, una pirámide
prácticamente perfecta en la que se ocultan tesoros, aeropuertos para ovnis y
donde la gente se concentró en masa para esperar el fin del mundo
anunciado por los mayas allá por 2014.
Yo
tuve que bordearlo por el oeste a través de un camino selvático de los
que tanto abundan en el país. En Serbia, aunque el camino esté cubierto
por la vegetación, hay que seguir mientras puedas, porque el camino
realmente esta ahí, sepultado, pero existe. Otra cosa es que te la
pegues en el intento, que acabes atrapado entre los espinos, que acabes
harto de las arañas, o que sencillamente no tengas tiempo o paciencia
suficiente para avanzar a ritmo de tortuga por la selva balcánica.
Finalmente llegué a Nis, dode tenía previsto visitar otro spomenik, pero eso sería a la mañana siguiente.
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