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domingo, 16 de septiembre de 2018

TRANSICIÓN. DRZ 250

Año nuevo, operación nueva en enero. Una osteotomía de radio con una placa más moderna  y una generosa ración de tornillería (radiografía derecha) debían retornarme el vigor y el bienestar a la muñeca operada en Kavala (radiografía izquierda).


No fue hasta poco antes del final del verano y gracias a un par de infiltraciones que volví a disfrutar de una mano relativamente operativa. Con dolor tras el esfuerzo, sí, pero al menos podía volver a rodar en moto a tiempo parcial. La elegida para el retorno al monte fue uan veterana Suzuki DRZ250 que con su escasa potencia difícilmente podría poner en aprietos mi maltrecha articulación.


Hubo que remozarla y fortalecerla, y después ponerla a prueba en el Maestrazgo, turolense y castellonense.


La pequeña nipona dio la talla desde el primer día, si bien hubo que domarla en algunas de las zonas más escarpadas.


En el medio fluvial las pruebas fueron igualmente existosas y mi nuevo limón cumplió de sobras sin ahogarse ni encogerse.


En los descensos tampoco se comportaba nada mal: bajita, estrecha entre ejes y con amplio radio de giro, la 250 viraba siempre con facilidad.


Sus hándicaps: escasa altura libre al suelo y potencia justa. Para mí, lo peor: la dureza del mando del gas; serio problema para una muñeca con movilidad reducida.

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