DÍA 2: BOUMALNE-OUARZAZATE. 240 KMS
La segunda etapa discurriría básicamente en dirección oeste, hacia Ouarzazate, el punto más meridional de todo el viaje. Primero remontamos brevemente el curso del Dades por carretera, y posteriormente, alternando pistas y asfalto, empezamos el avance hacia poniente:
Pronto nos topamos con los primeros cauces secos del día,
algunos con cierta profundidad,
mientras que otros no pasaban de ser meras zanjas:
En otras ocasiones aprovechamos estas ramblas para avanzar a placer,
y aunque a veces tuvimos que esforzarnos para salir de allí,
siempre volvíamos al mismo río seco:
Finalmente esta larga sección de ramblas terminó y paulatinamente nos fuimos adentrando en las montañas, pudiendo apreciar la belleza de los pueblos bereberes, adoptando para ello cada uno de nosotros el punto de vista que mejor le parecía:
Las vistas de los pueblos mimetizados con las montañas nos obligaban a parar con frecuencia,
En alguno de estos poblados perdimos el rumbo:
y el desconcierto circulatorio de máquinas y peatones
propició el error de los pilotos:
Son estos momentos, todo sea dicho, los que fomentan el contacto próximo con la población local:
Algunos críos hicieron amago de apedrearnos, otros nos lanzaron alguna botella a modo de obstáculo, y extraordinariamente algún exaltado intentó bloquearnos el paso o confundirnos en las encrucijadas, pero en general fuimos atravesando estos pueblitos sin mayores contratiempos.
La mayor parte de la gente te saluda, los niños piden regalos insistentemente y algunos adultos reclaman tan sólo un pitillo, es siempre igual.
La mayor parte de la gente te saluda, los niños piden regalos insistentemente y algunos adultos reclaman tan sólo un pitillo, es siempre igual.
El recorrido cada vez se internaba más y más profundamente en el valle del Tessaout,
las paredes de roca cada vez eran más altas y el río quedaba encajonado a medida que pasaban los kilómetros:
Finalmente, río y camino, discurrían por el valle entrelazados, obligándonos a remojarnos en múltiples ocasiones,
y ya de paso lavamos las motos:
Nuestro buque insignia chapoteó a gusto también,
y la 640 no se quedó atrás:
Como consecuencia de tanto chapoteo no faltaron los resbalones,
algunos en lugares geológicamente pintorescos:
Progresivamente el valle se fue abriendo y, tras unos kilómetros de incertidumbre, los vadeos terminaron y a la altura de cierto pueblo de nombre desconocido, el camino quedó expedito:
Un prolongado descenso por asfalto nos condujo a una gran llanura, al fondo de la cual debía encontrarse Ouarzazate. Las últimas decenas de kilómetros las cubrimos siguiendo pistas arenosas y con el sol del atardecer dándonos en plena cara. Alguno se empeñó en hacer catas minerales a última hora,
pero el ritmo no decayó, y por rectas rapidísimas nos plantamos en Ouarzazate para repostar, dormir, nutrirnos y remojar el gaznate.
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