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viernes, 29 de abril de 2011

MARRUECOS 2010. SEIS DÍAS POR EL SUR. DÍA 5.

DÍA 5. M'HAMID-FOUM ZGUID: 265 kms.
 
Este quinto día nos levantamos con la sorpresa de que Richy renunciaba a salir. A la vista de los recurrentes problemas de consumo de su máquina, nuestro amigo decidió quedarse en el hotel descansando y de paso meterle mano al cochino carburador. El plan previsto para esta quinta jornada suponía hacer noche en Foum Zguid, de manera que si Richy no venía, se quedaba no uno, sino dos días solito en M'Hamid. Yo imagino que si decidió quedarse en el dique seco fue tanto por no ser una molestia para el team Suzuki como por no maltratar más a su austriaca. Una vez aclarados los términos de la escisión, nos preparamos para la partida:
Inicialmente repetimos parte de la ruta del día anterior. Se trataba de avanzar por pistas arenosas y divertidas hacia el cauce del Draa, pero antes de llegar al gran río, Amarok sufrió un tropiezo:
En una de aquellas zonas donde la arena no es granulosa, sino más bien polvo finísimo, nuestro guía se dio el primer talegazo del día. Sucedió en una pista muy sinuosa y con profundos surcos. Cuando llegué le encontré postrado y rebozado en finísimas partículas saharianas. El hombre se la pegó fuerte y quedó algo maltrecho, con dolores en el hombro y una mano, pero Amarok es muy duro, y no nos íbamos a volver a M'Hamid a tan temprana hora.
Calculo que en aquella ruta hacia Foum Zguid Amarok se atizó un mínimo de seis bofetadas, pero admirablemente, apenas se quejó. Una vez rehechos del susto, seguimos hasta el Draa, donde encontramos nuestras rodadas del día anterior, pudiendo abrir gas a gusto y con confianza por un piso arenoso bastante confortable.
En el camino, una sorpresa:
En efecto, los restos putrefactos de un dromedario:
Tras curiosear un poco la anatomía del bicho, seguimos la marcha:
Unos cuantos kilómetros de esto:
El Draa parece todo recto, pero va culebreando por la llanura. No tienes sesación de dar ninguna curva porque la perspectiva que tienes siempre es muy amplia gracias al ancho cauce, pero en realidad avanzas poco. Finalmente salimos del río y nos metimos en un mar de asquerosos montículos, uno de los peores lugares del planeta para ir en moto (esto no lo había dicho ya en otro momento?)
Aquí parezco un astronauta en la luna. Tenías que circular todo el tiempo en segunda marcha, y el traqueteo al que te veías sometido te hacía odiar el día en que decidiste pasar por aquel paraje.

Afortunadamente, todos los tormentos en esta tierra son finitos, y tras un buen vapuleo, nos metimos de lleno en un mar de pequeñas dunas:
Este terreno ya nos lo conocíamos bien. La moto va sufriendo permanentemente y los diferentes tipos de arena (blanda, compactada, firme, etc) se van sucediendo, pero si coges un buen ritmo puedes ir superando todos los obstáculos sin enterrarte demasiado. Aun así, en el momento más inesperado puedes caer en una trampa y atascarte:
Aquí, Amarok como un insecto intentando zafarse del abrazo pegajoso del desierto:
Cuando menos te lo esperas el piso cede bajo tus neumáticos y te entierras hasta los ejes. Lo único que puedes hacer es, si eres vivo, descabalgar y sin dejar de dar gas correr junto a la moto. Esta técnica a mí me fue bien un par de veces, pero agota mucho. La otra opción, como sabéis, es no insistir con el gas, quedarte donde estás y no empeorar las cosas, tumbar la moto y con paciencia, desenterrarla.
Tras superar este trecho de dunas, volvimos a la hamada, ya hasta el final de la etapa. Pero antes aún tuvimos tiempo de trialear brevemente por encima de unas colinas pedregosas:
A continuación, un trecho de sabana:
Pero duró poco. La vegetación fue desapareciendo y poco a poco volvimos a la arena y las piedras:
Y enseguidita, más hamada y "puta hamada".
Lo más animado y distraído del día ya lo habíamos cubierto. Por delante ahora no nos quedaba más que cubrir decenas y decenas de kilómetros en línea recta rumbo a Foum Zguid. La monotonía de esta sección de la etapa se vio interrumpida cuando al acercarnos a un promontorio nos salió al paso un militar para interceptarnos y proceder al interrogatorio habitual. Nos contó que nada de ir dirección sur hacia Argelia y que siguiéramos ruta hacia nuestra derecha. Pues bueno, si total el terreno es todo igual:
Planicies inmensas, pistas anchísimas, horizontes infinitos. Vaya un tostón. Este tramo fue en su día parte de alguna etapa dakariana, y cada equis kilómetros encontrabas pequeñas pirámides a ambos lados del camino, erigidas imagino para incluirlas como referencia en el road book.

La última pista que cogimos era más bien un camino estrecho, muy recto pero repleto de pedruscos y piedras invisibles, de aquellas que te sacuden la dirección cuando menos te lo esperas y te hacen pensar que has abollado irremediablemente la llanta delantera. Pues bien, no sé cómo lo hice pero pillé una roca bien grande con la rueda trasera yendo en quinta que me hizo despegar de atrás y me zarandeó violentamente hacia un lado. El incidente no tuvo consecuencias, pero por unas décimas de segundo me vi volando hacia el suelo y estrellándome en mala postura a una velocidad respetable. Si hubiese ido a 120 y no a 80 creo que habría salido rebotado malamente y que me habrían crujido unos cuantos huesos. Aquella noche en el hotel de Foum Zguid escuché a alguien decir que había puesto la moto a 165 km/h.

Finalmente, acabó el suplicio de aquella desagradable pista y salimos al asfalto. Ahora sólo nos quedaban por recorrer unos 40 kilómetros aburridísimos por lo negro hasta Foum Zguid y una vez allí, repostar y buscar alojamiento. En la gasolinera del pueblo las motos de off road eran legión, una docena calculo yo. Pensemos que no hay ningún otro pueblo con servicios dignos en más de un centenar de kms a la redonda, por tanto aquel es un punto neurálgico en las rutas que cruzan la región.

Concluído el repostaje, Amarok guió hacia las afueras, a la búsqueda de un hotel donde él ya había pernoctado anteriormente, en concreto, este:
Tras una negociación a cara de perro entre Amarok y el responsable hostelero, nos ofrecieron un precio razonable y allí que nos quedamos. Después llegó un grupo organizado de unas 10 KTMs, y entre todos los motoristas les llenamos el hotel a los moros (estaba vacío cuando llegamos). Para cenar nos dieron cuscús, de largo la peor comida que te pueden ofrecer en Marruecos. Sólo entiendo la popularidad de este plato a causa de la eufonía de la palabra, porque es muy soso y pobre comparado con el tajine (guisote de carne y hortalizas) o la harira (sopa).

Aquel día acabamos la etapa más pronto que nunca. Claro, no hubo que arreglar carburadores ni trasvasar gasolina. Nos sobró tiempo para nadar a placer en la piscina, relajarnos, planear con calma el retorno hacia M'Hamid el día siguiente y también la vuelta a España. Tras cinco días dando tumbos por territorios tan monótonos, yo empezaba a estar saturado del árido sur marroquí.

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Si alguien quiere leer otra crónica casi identica a la mía, que le eche un vistazo a este hilo:

http://www.embarrados.com/enduro/viewtopic.php?f=3&t=40204&p=326265#p326265

Todos vamos a los mismos sitios a hacer las mismas cosas,  y muchos además no lo conciben si no van con la misma moto y con los mismos colores que llevan los campeones del mundo. Y en el ambientillo de los coches es parecido, allí todo eran 4x4s descomunales de muchos centenares de caballos y con la gente vestida de pies a cabeza con todo el merchandising oficial de Toyota o Mitsubishi. A su lado yo era un paria:
Y con respecto a la ruta en sí, yo el sexto día puedo decir que no disfruté nada, porque lo que habíamos ido a hacer y ver, ya estaba hecho y rehecho, creo. Todo consistió en volver a M'Hamid por un trayecto lo más breve posible para no perder mucho tiempo.

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