DÍA 6. VILA FLOR - BRASANIA. 160 KMS
El último día fue también de trámite, había que enlazar Vila Flor con Tangança y luego repetir algo del recorrido de la primera etapa hasta Brasania. No es que el recorrido final no fuera atractivo, pero los cuatro primeros días tuvieron un grado de sorpresa y emoción que difícilmente podía repetirse en el retorno, que ya de por sí siempre es triste.
Dar con el track a la salida de Vila Flor resultó más complicado de lo esperado, pues la construcción de una nueva carretera con unos desmontes fenomenales había arramblado con la red de caminos que pretendíamos seguir. Hubo que rodar sobre asfalto unas decenas de kilómetros, luego comenzamos a ascender, primero por caminuchos casi desaparecidos, y posteriormente por pistas amplísimas que atravesaban parque eólicos como los que se ven al fondo de la foto.
Circulamos mucho tiempo por inmensas rectas en subida y bajada alternativamente que nos aproximaron a Tangança, ciudad que circunvalamos hàbilmente por caminillos y carreteras secundarias.
Sólo restaba un último tramo ya conocido hasta el primer restaurante que encontramos en Brasania, donde celebramos el final del viaje a base de judiones y chuletones
ante la sorpresa del metre que no confiaba en que acabáramos con todo.
Y desde allí Batelumes se fue al curro y yo a descansar para los 800 kms de coche que me esperaban al día siguiente hasta casa.
En resumen, fueron cinco días y medio encima de la moto, 1500 kms de ruta y muchas canecas como estas:
¡A vuestra salud!
El último día fue también de trámite, había que enlazar Vila Flor con Tangança y luego repetir algo del recorrido de la primera etapa hasta Brasania. No es que el recorrido final no fuera atractivo, pero los cuatro primeros días tuvieron un grado de sorpresa y emoción que difícilmente podía repetirse en el retorno, que ya de por sí siempre es triste.
Dar con el track a la salida de Vila Flor resultó más complicado de lo esperado, pues la construcción de una nueva carretera con unos desmontes fenomenales había arramblado con la red de caminos que pretendíamos seguir. Hubo que rodar sobre asfalto unas decenas de kilómetros, luego comenzamos a ascender, primero por caminuchos casi desaparecidos, y posteriormente por pistas amplísimas que atravesaban parque eólicos como los que se ven al fondo de la foto.
Circulamos mucho tiempo por inmensas rectas en subida y bajada alternativamente que nos aproximaron a Tangança, ciudad que circunvalamos hàbilmente por caminillos y carreteras secundarias.
Sólo restaba un último tramo ya conocido hasta el primer restaurante que encontramos en Brasania, donde celebramos el final del viaje a base de judiones y chuletones
ante la sorpresa del metre que no confiaba en que acabáramos con todo.
Y desde allí Batelumes se fue al curro y yo a descansar para los 800 kms de coche que me esperaban al día siguiente hasta casa.
En resumen, fueron cinco días y medio encima de la moto, 1500 kms de ruta y muchas canecas como estas:
¡A vuestra salud!
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