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jueves, 22 de septiembre de 2011

VALÈNCIA D’ÀNEU-BAGNERES DE LUCHON. MAYO 2010-I

VALÈNCIA D’ÀNEU-BAGNERES DE LUCHON. MAYO 2010 - DÍA 1

Finalmente, y tras postponerlo durante todo el mes de mayo, Marta y yo pudimos materializar nuestro proyecto de excursión pirenaica durante el deshielo. Se trataba de rodar primero por pistas del valle de Arán y posteriormente llegar hasta Francia por asfalto siguiendo una ruta fácil de 110 kms; al día siguiente recorreríamos la misma ruta pero en sentido inverso. Aprovechando el trazado de buena parte de la pirenaica que hicimos Apata y yo el verano pasado, fijé el punto de partida en València d’Àneu, y la meta en Bagneres de Luchon.

Todo dependía de que me entregaran mi DRZ a tiempo. Días antes la había dejado en mi taller de confianza para que revisaran la holgura de las válvulas, pues andaba preocupado por el consumo y los ruidos molestos de la culata. Sobre las 6 de la tarde me llamaron para recogerla, dándome la buena noticia de que los taqués estaban dentro de las tolerancias normales. Dicho y hecho: preparamos equipajes, reservamos hoteles y sobre las 8 salíamos con coche, remolque y motos rumbo norte. Cerca de la medianoche llegamos al campamento base, que a la mañana siguiente tenía este aspecto:




En la foto, Marta con la DRZ pamperizada. Este conjunto mujer-moto ya lo habíamos probado previamente y había funcionado bien en condiciones de dificultad media-baja para un novel. Esta vez se trataba de disfrutar del paisaje de las cumbres nevadas con buena temperatura a lo largo de pistas relativamente confortables. Sin prisas, y con todo el día por delante, repostamos en Esterri y enfilamos la primera sección del Valle de Arán, que nos conduciría hasta Salardú pasando previamente por Isil, Montgarri i Baqueira.




Por suerte, el día salió espléndido. Las pistas conservaban la humedad de las lluvias primaverales y del deshielo, así que el polvo no fue un problema. Los charcos y los abundantes riachuelos animaban el trayecto, a la vez que inudaban las botas de Marta, que así probó por primera vez la nula estanqueidad de sus botas nuevas. En esta ruta es casi imprescindible detenerse en el santuario de Montgarri para descansar y tomar algo en el albergue, pero antes había que cruzar un riachuelo más:




Para entonces mi chica ya se había familiarizado bastante con los vadeos merced a los innumerables arroyos que surcaban transversalmente las pistas. Este de la foto era el más traidor, pues llevaba cierta corriente, el suelo estaba cementado y además hacía curva. Me temí un naufragio, pero pasó exitosamente sin titubear, y para celebrarlo nos fuimos a tomar unos refrescos a la hospedería:




Hidratados por vía oral, volvimos a remojarnos en el mismo vado y empezamos a ascender hacia el Pla de Beret. Las cumbres conservaban nieve en abundancia, pero el camino, de momento, permanecía expedito. En los valles, caballos y vacas pastaban a placer, y nosotros abríamos gas manteniendo un ritmo relativamente ágil. Paradas la justas. Panoramas dignos de ser inmortalizados, muchos:




Esta es seguramente la mejor foto de la excursión, cerca de Baqueira:




Bajada por asfalto hasta Salardú y, siguiendo mi máxima de que no es conveniente llenar el estómago en exceso cuando se viaja, recomendé comer sólamente un bocadillo, pero nos sirvieron un bocata king size




cuya digestión nos obligó a parar antes de lo esperado cuando ya habíamos comenzado el segundo tramo del día,entre Salardú y Arròs. A la altura de la Pleta de Varradós, culminando un collado a 2000 metros de altitud, la nieve se dejaba notar generosamente:




En la Pleta de Varradós disfrutamos de la pausa impuesta por la digestión de los bocadillos, momento que aproveché para jugetear sobre la nieve, con infaustos resultados:




Atrapado como un vulgar insecto en una tela de araña, mis esfuerzos para liberarme del abrazo helado de la nieve fueron ímprobos. No tuve más remedio que invocar el auxilio de mi compañera, que experimentó por primera vez los efectos colaterales causados por una rueda trasera que gira loca sobre nieve, barro y piedras:




Cubrir los escasos metros que me separaban del terreno libre de nieve nos costó un rato y algunos sudores. Moraleja: nunca acabarás de aprender cuántos tipos diferentes de nieve existen y cuan elevada es su capacidad para tragarse motos. Al menos este páramo ofrecía bonitas perspectivas de la cordillera:




Y también parecía aumentar la moral de la viajera:




Desde aquí todo era ya bajada por buenas pistas. Siguiendo la tónica general de la jornada, los vadeos eran constantes:




Visitamos la cascada del Salto del Pez, pero no nos impactó mucho, ya que todas las laderas de las montañas eran surcadas por mil y un torrentes. El Pirineo estaba esplendoroso como nunca. Temía que hubiéramos demorado mucho la salida en el calendario, pero al final las fechas fueron inmejorables.

Tras 92 kms, llegamos a la gasolinera de Arró para dar de beber a nuestras monturas y, oh, sorpresa: la moto de Marta solo repone 4,5 litros, y la mía 6. Estamos hablando de un consumo a los 100 km de 5 y 6,5 litros respectivamente. Tratándose de dos motos casi idénticas excepto por los diferentes escapes y reglajes de carburación, el diferencial me parece excesivo. Debo revisar los reglajes de la DRZ 2007, está claro. Desde Arró, enlace asfáltico hasta Bossost, donde comenzaba el puerto del Portillón, por donde entraríamos al país vecino. Tras unas decenas de curvas, finalmente llegamos a nuestro destino, Bagneres de Luchón, sobre las 6 de la tarde. El ritmo había sido correcto, y como no sufrimos contratiempo de ningún tipo, pudimos completar los 110 kms de la primera jornada a hora bastante temprana.

Casualmente el hotel elegido para pasar noche era motard-friendly (no como aquel en el que pernoctamos Apata y yo en 2009, que era gay-friendly) y el recepcionista, que hablaba por los codos en español y catalán, nos proporcionó un párking decente en un solar cercano donde pudimos cobijar las motos en un cobertizo. Desde el hotel las vistas eran excelentes:




La ciudad estaba anómalamente tranquila, con muchos establecimientos abiertos pero con muy pocos clientes. Sería la crisis? Lo cierto es que a lo largo del día nos cruzamos con poca gente: un par de grupos de bicicletas, unos cuantos todoterrenos, cuatro senderistas y la inevitable GS1200 de un tipo bastante antipático que debia vivir en su mundo flipado de BMW, porque no nos devolvió el saludo que le hicimos allí en medio de la nada.

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