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jueves, 6 de octubre de 2011

TRANSPIRENAICA 2010-DÍA 4. ANSÓ-LARRAU-COL D'IRAU-LARRAU-ANSÓ

TRANSPIRENAICA 2010-DÍA 4. ANSÓ-LARRAU-COL D'IRAU-ANSÓ. 240KMS

Durante la cena del cuarto día analizamos el viaje desde que salimos de Gerri de la Sal hasta nuestra llegada a Ansó. Acumulábamos un día entero de retraso sobre el proyecto previsto y la XR tampoco estaba en su mejor momento. Más importante aún, el neumático trasero de Javi continuaba deformándose de manera alarmante y tenía los días contados y seguramente no aguantaría hasta el final de la excursión. Nos echamos un par de cubatas en el pub local y, teniendo en cuenta que la parte más occidental del track (País Vasco básicamente) era la menos excitante en términos offroad, decidimos eliminar esa sección y, por tanto, recortar la duración total de la expedición en una jornada. Seguiríamos avanzando hacia el Cantábrico mientras nos fuera posible, pero con el pensamiento puesto ya en la vuelta. Además, para variar el ritmo, la cuarta jornada tendría inicio y final en Ansó, viajaríamos sin equipajes en dirección a Navarra y Francia por pistas y carreteras bastante fiables o conocidas. En otras palabras, se preveía una jornada rápida, fácil y con poco espacio para la aventura.

Salimos temprano y a través de una sinuosa carretera de montaña traspasamos el límite de Huesca con Navarra. Tengo fresco el recuerdo de haber estado tumbando y apurando fuertemente la frenada en asfalto durante muchísimos kilómetros aquellos días, y este tramo de 15 kms fue uno de los más representativos, además lo hicimos dos veces, a la ida y a la vuelta. Nos costó un poco encontrar la primera pista de la jornada, pero finalmente dimos con ella, y tras sobrepasar la habitual señal prohibitiva, empezamos a ascender a través de buenas pistas y, a veces, verdes prados.
En la cima, una pausa:


Vistas del pirineo navarro:




El descenso hacia Urzainqui fue igualmente fluido, en ocasiones por caminos llenos de profundos surcos producidos por los camiones de empresas madereras que explotan los bosques. En Urzainqui repostamos, y ya de paso nos acercamos Roncal para comprar protector solar. Yo tenía el cuello abrasado y se me hacía imposible llevar el collarín a causa de las quemaduras. Hay que llevar buff para prevenir.

Una vez untados en crema solar, nueva y larga pista hacia el puerto de Laza, esta vez en dirección norte. En el puerto volvimos a coger asfalto camino del puerto de Larrau. Antes de franquear la frontera, nos paramos en un solitario bar para zamparnos un par de bocadillos y remojarnos los gaznates. Allí el barman y los parroquianos discutían, casualmente, sobre las prohibiciones estivales que restringían la circulación por los caminos forestales. Como afectados, entramos en la conversación, y los datos que se iban revelando nos ponían los pelos como escarpias. Resulta que el período serio de prohibición comenzaba casualmente aquel día, y que las sanciones habituales de 300 euros podían pasar fácilmente a 3000. Para colmo de males, el ventero nos habló de cierto juez navarro que había prometido ser ultra estricto con aquel tipo de delito ambiental, sin duda otro mesías decidido a salvar al planeta emplumando motoristas.

Ya avituallados, ascenso hasta el puerto de Larrau, donde las nubes quedaban detenidas en el lado francés del Pirineo.




Lado que, por otra parte, también mostraba un asfalto de muy inferior calidad al de la vertiente española, especialmente a medida que ibas descendiendo.


En la bajada coincidimos varias veces con unos gays que iban en un Saab descapotable, vaya locas, y volveríamos a encontrárnoslos por la tarde durante el regreso.

Digamos que desde Larrau y hasta el Col de Irau, pasando por el Chalet de Pedro , la vega del río Urbeltza y los Chalets de Iraty, el desfile de turistas en moto, coche o bicicleta era casi continuo. Las reviradas y estrechas carreteras secundarias francesas de montaña eran ideales para nuestras motos, no así para los coches, que se amontonaban en las largas caravanas originadas por algún vehículo lento. El tramo offroad francés consistía en una agradable pero resbaladiza pista que seguía el curso de los ríos Idorre y Urbeltza . Si el firme te hacía prestar atención extra, también los abundantes coches de los domingueros te obligaban a ir con mil ojos en cada una de las curvas. No es que fuera una romería de turismos por una pista forestal, pero casi, al menos para lo que estamos habituados.

Paulatinamente dejamos el valle y volvimos a ascender hasta praderías donde encontramos numerosos caminantes por doquier. Algunos estaban observando los cromlechs prehistóricos esparcidos cerca del monte Occabe; son los círculos de piedra que pueden verse a la derecha de la foto:


Yo pensé que nosotros podíamos dejar otros círculos bastante majos sobre la hierba haciendo derrapar las ruedas traseras de nuestras motos, demostrando que habíamos captado en parte el mensaje misterioso de nuestros antepasados, pero por temor a que se nos malinterpretara por el simple hecho de ser motoristas, lo dejamos pasar. Y seguimos nuestra marcha, ahora tocaba descender:





A la altura del Col d’Irau, y siguiendo tortuosas carreteruchas, llegamos al ecuador de la ruta.



He dicho ya que estas carreteras secundarias eran retorcidas?




A partir de este  momento  estaríamos  volviendo  hacia casa. Paramos a tomar un tentempié en la terraza de un chiringuito en  los  Chalets de  Iraty, pero incomprensiblemente, no  nos atendieron, de modo que seguimos hasta   Larrau donde  ya pudimos   echarnos  unas   cervezas.  Calcamos   todo   el recorrido de la mañana hasta la gasolinera de Urzainqui, y ya en la provincia de Huesca,  como  nos  sobraba  tiempo,  nos acercamos hasta Fago, pueblo  donde  acaeció  un  funesto suceso hace años. Lo cierto es que nosotros sólo queríamos tomar un refresco, pero,  aparte  de  comprobar  que  allí no había bar, experimentamos una triste sensación de abandono, paralización e inactividad en aquel pueblo, estigmatizado por un turbio asesinato. Allí no había nada que hacer, de modo que volvimos hasta nuestra base en Ansó para descansar de los cerca de 240 kms que habíamos recorrido, y también para preparar el retorno adecuadamente, intentando no repetir en exceso el trayecto de ida.
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