DÍA 2 por la mañana.
Amanecimos con estas vistas por la ventana,
desayunamos, repostamos, amarramos los maltrechos equipajes
y al poco rato ya estábamos chapoteando por ahí.
Este riachuelo lo cruzamos la noche anterior entre tinieblas, cuando DNT ya iba sin luces. Más divertido si está todo oscuro, ¿no?
El retorno incluía algunas novedades en la ruta, la primera nos llevaba a pasar por La Bestia de la Bella, un pueblecito poco animado,
camino de la senda del Paso de Satán.
Pronto la perversa influencia del maligno se hizo notar, cuando mi moto, inexplicablemente se negó a avanzar y una fuerza misteriosa e invisible me retuvo contra mi voluntad. Enseguida vimos que no se trataba de brujería, sino de la retención provocada por un cable de acero enredado como un ovillo en la rueda trasera.
Sin necesidad de exorcista alguno, liberamos mi máquina, y descendimos hacia Adarentes a buen ritmo
por un agradable,
rectilíneo,
y refrescante sendero.
Cruzamos el Yenisei y subimos hacia Vercerpuig, alternando caminos de todo tipo,
hasta plantarnos una vez más en la laguna de Cromontés.
Hoy no habría hill-climbing, sino que ascenderíamos por aquellas montañas más civilizadamente, siguiendo una senda vertiginosa desde Alebestiu camino de las altas cumbres.
Ignorábamos la endurabilidad del sendero, así que sin excesiva confianza, abordamos la ascensión.
La subida era constante, y con abismo permanente a nuestra derecha. Con división de opiniones sobre si aquello era más o menos sensato, seguimos para arriba, con alguna parada para recuperar fuerzas.
Por si no lo había dicho, las temperaturas eran casi veraniegas, así que íbamos un poco cocidos.
Cambiamos de vertiente y cambiamos también los abismos por zetas en subida, según DNT síntoma de que íbamos a poder culminar.
Y siguiendo la zigzagueante senda, subimos más y más,
en mi caso con los mismos molestos ahogos del día anterior.
Pero no había lugar para excusas, había que subir sí o sí.
Y lo conseguimos,
oh yeah.
En la cima del collado echamos una miradita conjunta al GPS, vaya coordinación,
y marcamos el rumbo hacia las nieves,
no sin antes refrescarnos debidamente en un arroyo providencial.
¿Había dicho ya que hacía calor?
Un poco más y nos bañamos.
Tras el arduo rescate, Javi y yo improvisamos una cicunvalación para conjurar las nieves movedizas
Y muy pronto nos vimos inmersos de nuevo en el descenso,
ahora ya sin neveros traidores,
sólo dejarnos caer cuesta abajo.
Pronto acabó el fuera pista ( o dentro pista, al fin y al cabo eran pistas, de esquí, claro) y volvimos al camino,
para seguir descendiendo,
desde los 2400 metros de la cima hasta los 800 de Piral.
EPÍLOGO.
Tras el vertiginoso descenso llegamos a Piral y su gasolinera. DNT cubrió los últimos metros empujando la moto, ya que sus hipersensibles cálculos de consumo tuvieron un margen de error del 0.01% y le faltó un suspiro para cumplir el promedio estipulado. Luego nos costó unos cuantos paseos por la gasolinera arrancarla, ya que la dejó tan exprimida que no resucitaba
Serían ya casi las 5, una vez más el tiempo se nos echaba encima. Lo bonito habría sido volver a subir por las pistas, pero con aquel consumo de tiempo y esfuerzo en la bajada, la empresa cuesta arriba se nos antojaba imposible. Empalmaríamos por asfalto hasta el Caserío de Seur (35 kms) y desde allí repetiríamos ruta de vuelta hacia Spont siguiendo el track de la ida, unos cien kilómetros de pistas rectilíneas, sinuosas, con gravilla, pedregosas y de no sé cuántos tipos más, que nos amenizaron el regreso. Desde Lluisé una tormenta nos persiguió todo el tiempo, y no fue sino en los últimos 5 kms cuando empezó a llover ligeramente.
El retorno en coche fue bastante penoso, y como ya se ha contado, llegamos a las tantas de la noche a nuestras casas. Vaya palizón.
Estas excursiones pirenaicas a algunos nos hacen perder la cabeza.
Amanecimos con estas vistas por la ventana,
desayunamos, repostamos, amarramos los maltrechos equipajes
y al poco rato ya estábamos chapoteando por ahí.
Este riachuelo lo cruzamos la noche anterior entre tinieblas, cuando DNT ya iba sin luces. Más divertido si está todo oscuro, ¿no?
El retorno incluía algunas novedades en la ruta, la primera nos llevaba a pasar por La Bestia de la Bella, un pueblecito poco animado,
camino de la senda del Paso de Satán.
Pronto la perversa influencia del maligno se hizo notar, cuando mi moto, inexplicablemente se negó a avanzar y una fuerza misteriosa e invisible me retuvo contra mi voluntad. Enseguida vimos que no se trataba de brujería, sino de la retención provocada por un cable de acero enredado como un ovillo en la rueda trasera.
Sin necesidad de exorcista alguno, liberamos mi máquina, y descendimos hacia Adarentes a buen ritmo
por un agradable,
rectilíneo,
y refrescante sendero.
Cruzamos el Yenisei y subimos hacia Vercerpuig, alternando caminos de todo tipo,
hasta plantarnos una vez más en la laguna de Cromontés.
Hoy no habría hill-climbing, sino que ascenderíamos por aquellas montañas más civilizadamente, siguiendo una senda vertiginosa desde Alebestiu camino de las altas cumbres.
Ignorábamos la endurabilidad del sendero, así que sin excesiva confianza, abordamos la ascensión.
La subida era constante, y con abismo permanente a nuestra derecha. Con división de opiniones sobre si aquello era más o menos sensato, seguimos para arriba, con alguna parada para recuperar fuerzas.
Por si no lo había dicho, las temperaturas eran casi veraniegas, así que íbamos un poco cocidos.
Cambiamos de vertiente y cambiamos también los abismos por zetas en subida, según DNT síntoma de que íbamos a poder culminar.
Y siguiendo la zigzagueante senda, subimos más y más,
en mi caso con los mismos molestos ahogos del día anterior.
Pero no había lugar para excusas, había que subir sí o sí.
Y lo conseguimos,
oh yeah.
En la cima del collado echamos una miradita conjunta al GPS, vaya coordinación,
y marcamos el rumbo hacia las nieves,
no sin antes refrescarnos debidamente en un arroyo providencial.
¿Había dicho ya que hacía calor?
Un poco más y nos bañamos.
DÍA 2 por la tarde.
Tras el remojón, ascenso incesante hacia las pistas de Lluisé.
Poco a poco la nieve empezó a hacer acto de presencia.
Yo subí enchufado para evitar ahogos indeseados, hasta caer atrapado cual insecto.
Enseguida llegó DNT y me echó un cable, mejor hacerlo entre dos (el rescate).
Y de nuevo en marcha hacia las cimas,
más y más arriba,
hasta los 2400 metros, donde no crece nada.
Javi se empeñó en catar el grosor de un nevero que por allí estaba,
con resultados previsibles.
Una vez arriba, en efecto, habia que bajar, esta vez por la loma donde un día estuvieron las pistas de esquí. O sea, que nos esperaban unas laderas con más probabilidad de innivación y resbalón.
Cualquier previsión fue infructuosa. Irremisiblemente nos atascamos todos. Yo el primero.
Luego fue Javi quien provó el abrazo níveo.
Y todos pensamos que la 125 de DNT, por ser peso pluma, pasaría sola,
pero no, allí sucumbimos todos.
Algunos neveros eran muy profundos, y la nieve, fundiéndose aceleradamente por las elevadas temperaturas de los últimos días, no nos dio oportunidad de lucirnos como si fuéramos suecos o finlandeses.
Vista nuestra fragilidad sobre el blanco elemento, íbamos buscando lenguas de tierra y evitando las islas de nieve.
Como el camino de descenso se convertía en una pista de bobsleig un poco más abajo,
y con esta perspectiva por delante,
optamos por hacer un todo recto,
siguiendo la línea recta de las antiguas instalaciones de la estación.
Habíamos salvado un buen desnivel, y el camino helado que queríamos evitar estaba ya por encima de nuestras cabezas,
nada podía detenernos ya. ¿Nada? Agucemos la vista:
Hagamos uso del zoom:
¿Pero qué es esto?
Pues es la moto de DNT engullida literalmente por la nieve.
Hubo que trabajar de lo lindo para excarcelarla.
Sin quererlo te hundías hasta el ombligo.
Yo salí a cuatro patas de aquella trampa para osos.
Tras el remojón, ascenso incesante hacia las pistas de Lluisé.
Poco a poco la nieve empezó a hacer acto de presencia.
Yo subí enchufado para evitar ahogos indeseados, hasta caer atrapado cual insecto.
Enseguida llegó DNT y me echó un cable, mejor hacerlo entre dos (el rescate).
Y de nuevo en marcha hacia las cimas,
más y más arriba,
hasta los 2400 metros, donde no crece nada.
Javi se empeñó en catar el grosor de un nevero que por allí estaba,
con resultados previsibles.
Una vez arriba, en efecto, habia que bajar, esta vez por la loma donde un día estuvieron las pistas de esquí. O sea, que nos esperaban unas laderas con más probabilidad de innivación y resbalón.
Cualquier previsión fue infructuosa. Irremisiblemente nos atascamos todos. Yo el primero.
Luego fue Javi quien provó el abrazo níveo.
Y todos pensamos que la 125 de DNT, por ser peso pluma, pasaría sola,
pero no, allí sucumbimos todos.
Algunos neveros eran muy profundos, y la nieve, fundiéndose aceleradamente por las elevadas temperaturas de los últimos días, no nos dio oportunidad de lucirnos como si fuéramos suecos o finlandeses.
Vista nuestra fragilidad sobre el blanco elemento, íbamos buscando lenguas de tierra y evitando las islas de nieve.
Como el camino de descenso se convertía en una pista de bobsleig un poco más abajo,
y con esta perspectiva por delante,
optamos por hacer un todo recto,
siguiendo la línea recta de las antiguas instalaciones de la estación.
Habíamos salvado un buen desnivel, y el camino helado que queríamos evitar estaba ya por encima de nuestras cabezas,
nada podía detenernos ya. ¿Nada? Agucemos la vista:
Hagamos uso del zoom:
¿Pero qué es esto?
Pues es la moto de DNT engullida literalmente por la nieve.
Hubo que trabajar de lo lindo para excarcelarla.
Sin quererlo te hundías hasta el ombligo.
Yo salí a cuatro patas de aquella trampa para osos.
Tras el arduo rescate, Javi y yo improvisamos una cicunvalación para conjurar las nieves movedizas
Y muy pronto nos vimos inmersos de nuevo en el descenso,
ahora ya sin neveros traidores,
sólo dejarnos caer cuesta abajo.
Pronto acabó el fuera pista ( o dentro pista, al fin y al cabo eran pistas, de esquí, claro) y volvimos al camino,
para seguir descendiendo,
desde los 2400 metros de la cima hasta los 800 de Piral.
EPÍLOGO.
Tras el vertiginoso descenso llegamos a Piral y su gasolinera. DNT cubrió los últimos metros empujando la moto, ya que sus hipersensibles cálculos de consumo tuvieron un margen de error del 0.01% y le faltó un suspiro para cumplir el promedio estipulado. Luego nos costó unos cuantos paseos por la gasolinera arrancarla, ya que la dejó tan exprimida que no resucitaba
Serían ya casi las 5, una vez más el tiempo se nos echaba encima. Lo bonito habría sido volver a subir por las pistas, pero con aquel consumo de tiempo y esfuerzo en la bajada, la empresa cuesta arriba se nos antojaba imposible. Empalmaríamos por asfalto hasta el Caserío de Seur (35 kms) y desde allí repetiríamos ruta de vuelta hacia Spont siguiendo el track de la ida, unos cien kilómetros de pistas rectilíneas, sinuosas, con gravilla, pedregosas y de no sé cuántos tipos más, que nos amenizaron el regreso. Desde Lluisé una tormenta nos persiguió todo el tiempo, y no fue sino en los últimos 5 kms cuando empezó a llover ligeramente.
El retorno en coche fue bastante penoso, y como ya se ha contado, llegamos a las tantas de la noche a nuestras casas. Vaya palizón.
Estas excursiones pirenaicas a algunos nos hacen perder la cabeza.
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