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viernes, 20 de mayo de 2011

TRANSPORTUGAL MARZO 2011. DÍA 3

DÍA 3. CASTELO DE VIDE - CAMPO MAIOR - ELVAS - ALANDROAL. 270KMS

Bien descansado y con el depósito a tope, inicié esta tercera jornada cubriendo la parte final del track del día anterior que me había dejado en el tintero. La ruta culebreaba caprichosamente y, lejos de de tomar rumbo sur, parecía dirigirse inexorablemente hacia otro pueblo situado en lo alto de un risco coronado por un castillo, Marvao. Tras unos rodeos, empecé a ascender por un calleja de difícil tránsito salvo para motos todo-terreno,


y siguiendo dicha calleja llegué a culminar la ascensión hasta el mismo castillo de Marvao. El track sugería que el descenso comenzaba en una calle sin salida, que pasaba justo por delante de la comandancia de la Guardia Republicana y que además tenía una señal de prohibido el paso excepto a los residentes. Como no había nadie a la puerta del cuartel, decidí jugármela y lanzarme calle abajo por un camino cuidadosamente empedrado, empinado y repleto de acusadas paellas, una calzada romana:




Apagué el motor para pasar lo más desapercibido posible, y sigilosamente,




llegué hasta el siguiente pueblo, San Salvador de Aramenha.
Siguieron pistas bastante rectas, y en una curva a izquierdas, sorprendentemente el track me obligaba a adentrarme por el cauce de un arroyo repleto de vegetación.


Me interné por allí con más bien poca confianza. Al poco rato de transitar entre charcos y matojos me topé con un pastor, que me dio a entender que iba por la ruta correcta. Al poco rato me vi ascendiendo primero y descendiendo después por pistas de montaña, cruzando la sierra de San Mamede.



El tránsito por dicha sierra se me hizo breve. Enseguida descendí a los llanos de lo que iba a ser, en cierta manera, la travesía del desierto: los extensos campos del alto y bajo Alentejo. Poco después de Esperança comenzaron los problemas: una señal de camino cortado al principio de una larga recta me hizo esperar lo peor. Seguramente alguna puerta cerrada a cal y canto a la entrada de alguna gran "herdade", pero no, fue el agua lo que me detuvo:

 


Busqué alternativa, pero fue entonces cuando me encontré con fincas privadas bien protegidas. Hubo que retroceder hasta Esperança y enlazar por asfalto hasta Arronches,

y de allí a Campo Maior, donde reposté, retomé el track, y ya de paso comprobé con estupor que una alforja balanceaba más de lo normal. Uno de los herrajes se había roto, y, aunque por suerte quedaba medianamente bien apoyado en un recoveco del subchasis, había que repararlo de inmediato.


Una cura de emergencia con una correa sobrante solventó momentaneamente el problema, pero una vez llegados a Elvas, una ciudad medianamente grande, decidí buscar un chapista. La verdad es que me encontré un taller de chapa y pintura nada más entrar en Elvas, y aunque aquí no me lo podían reparar, me dirigieron al sitio correcto. Como era mediodía aún no habían abierto, así que intenté ganar tiempo desmontando todo el zafarrancho hasta que llegara el artista y me reconstruyera el rack:




El hombre me hizo esperar una horita mientras venía de comer de su casa, supongo, pero me solventó el problema



y además no me quiso cobrar nada.

Más contento que unas pascuas por el trato recibido y la solución rápida del problema, salí escopetado de Elvas a la búsqueda del Guadiana entre campos de cultivo.


Me metí por un camino dantesco, con unas rodadas de tractor tan altas que iba arrastrando las alforjas sobre el barro petrificado de los surcos. Pensaba que un camino así era intransitable incluso para un 4X4, y que el dueño del terreno mantenía así el camino para que nadie osara meterse en su finca. Y así debía ser, porque al cabo de unos cientos de metros el tractorista que labraba el campo contiguo me vio, se desvió de su lugar de faena y vino a buscarme, para decirme con gestos que diera la vuelta, que el camino estaba cerrado más adelante. Sin ánimos para discutir, me apresté a hacer un cambio de sentido, tarea que me costó un buen rato, pues la meseta que separaba las dos roderas era tan alta que la moto se quedaba bloqueada con una o las dos ruedas en alto (!!!).

Una vez más tocaba recular. El siguiente intento de llegar al Guadiana fue similarmente infructuoso. Un pastor ya me lo avisó, que iba recto hacia el agua y que no había manera de continuar por la ribera. Otro retroceso. El tercer intento en la misma dirección prometía más




pero a medida que abanzaba por la orilla, el nivel del agua se iba tragando el camino.



Superé un par de zonas inundadas, pero llegó un momento en que el track se internaba dentro de un corral, donde decenas de vacas se arremolinaban, justo donde parecía estar la puerta que me permitiría seguir camino. Desde lejos la vi bien cerrada, y cuando intenté acercarme la muralla de bóvidos se volvió todavía más imponente, así que, sin ganas de ponerme a lidiar con aquellos bichos, volví atrás una vez más. Entre averías y retrocesos parecía que aquel iba a ser mi día negro.

Retrocedí como pude casi hasta Elvas y retomé el rumbo sur. La tarde caía, y la temperatura también. Conecté con el track poco antes de Rosario, internándome esta vez no por campos de cultivo, sino por dehesas parecidas a las del día anterior:


Avanzaba a un ritmo más bien lento, parándome a abrir y cerrar infinidad de cancelas,


y cuando quise darme cuenta de que el track seguía y seguía un rumbo zigzagueante y casi carente de sentido entre innumerables fincas, ya casi era de noche. Decidí apartarme de la ruta que llevaba en el GPS y, atravesando a la aventura terrenos cercados, enlazar con la carretera más próxima. El riesgo residía en encontrarme con alguna puerta cerrada con llave o cadena, pero aún así, decidí aventurarme, buscando la línea más recta que me devolviera a la civilización, atravesando parajes como este:



Finalmente, y tras unos largos minutos de tensión, ya entre tinieblas, salí al asfalto y tras unos pocos kilómetros hacia el sur, aparecí en Capelins. Desde allí a la gasolinera de Terena, donde me recomendaron acercarme hasta Alandroal, otra ciudad con castillo, para buscar alojamiento. El tercero fue un mal día, sin duda.
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