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lunes, 9 de mayo de 2011

PIRINEOS 2011 - PIRINEOMANÍA ABRIL - DÍA 1

Procedo a dejar constancia de las dos excursiones pirenaicas de este mes de abril pasado. Ambas tuvieron dos días de duración y superaron los 400 kms, la primera salida con intenciones endureras y la segunda más trailera. Ahí van, por orden cronológico.

PIRINEOMANÍA - ABRIL 2011 - DÍA 1

La primera incursión a la cordillera se planteó en plan intensivo, desde el madrugón salvaje del sábado por la mañana hasta el regreso a altas horas del domingo. En el ínterin entre estos dos momentos nos limitamos a desplazarnos bien con el coche y el remolque por carretera, bien a rodar ininterrumpidamente con las motos por valles y collados.

Los protagonistas de la excursión fuimos tres:

DNT, con KTM125,

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Javi, sobre WR250,

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y el que esto escribe, que usa una DRZ400.

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Tras el protocolario e inevitable desplazamiento en coche de unos escasos centenares de kilómetros, llegamos al punto de partida de la excursión, Spont, y sobre las 12 del mediodía nos pusimos en marcha con rumbo norte hacia las cumbres pirenaicas.

Cuando planteamos la salida nos preguntábamos si la nieve nos impediría cruzar los collados más elevados y si tal vez no habíamos planeado la salida demasiado pronto en el calendario, cuando el deshielo no había hecho nada más que comenzar. Sin embargo, la temperatura aquella mañana en Spont era anómalamente benigna, y más veraniega que primaveral, así que nos hicimos la ilusión de que encontraríamos la cantidad de nieve justa, la que en nuestras fantasías nos permitiría franquear los puertos con el punto justo de dificultad y a la vez nos dejase juguetear con el blanco elemento a lomos de nuestras monturas. Ilusos.

La primera parte de la jornada suponía cubrir un largo enlace pistero de cerca de 100 kms hasta llegar a la primera senda y la primera gasolinera del día. La senda, en las inmediaciones de Sloboix, quedó inédita, pues como dijo Javi, "fuimos asaltados por un proyecto de hippy que nos saltó con el cuchillo entre los dientes por si queriamos entrar en SU sendero". Bueno, como nosotros éramos más inteligentes que este neo-Adán y la entrada al sendero era dudosa y, al fin y al cabo el día era largo, optamos por evitar la confrontación. Circulamos por el borde sur de la Serra del Mortbou y siguiendo una sucesión de caminos sorprendentemente amenos pasamos por Cuenca de la Abeja y muchos otros pueblitos de nombre irreproducible.

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La cuestión era avanzar kilómetros en dirección noroeste hacia las cumbres nevadas.

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Tras unos 100 kms, nos plantamos en la gasolinera del Caserío de Seur, donde contrastamos consumos: WR 4,5 litros, DRZ 5,5, y, atención, KTM125, unos 9 litros. Tragoncilla la pequeña. Y eso que DNT iba dominando la apertura del acelerador.

Acto seguido, afrontamos "el monstruo", como Javi llama al largo tramo de sendero en ascenso que a lo largo de 5 kilómetros salva unos 500 metros de desnivel.

Había que subir por aquí:

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para, desde arriba, contemplar esto:

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El peaje se pagaba entre rocas.

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El camino era de sentido único: subir y subir.

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La cosa era más o menos amena,

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con sus momentos para el sofoco, las cafeteras o los escalones inoportunos

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donde la más ligera de las monturas impuso sus virtudes.

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También hubo curvas entretenidas

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en medio de caprichosas formaciones geológicas.

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Por cierto, todos los años hago la foto en el mismo sitio, este montaje contrasta el verano de 2009 con primavera 2011, la única diferencia es que un arbusto tiene flores blancas en una foto y está secorro en otra.

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Seguimos subiendo sine die,

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y con mayores o menores grados de cocción corporal, fuimos culminando.

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Una vez superado "el monstruo", seguimos por pistas hacia el pueblo abandonado de Onstorm, qué barbaridad de nombres más raros hay por aquí, parecen noruegos. Hay que decir que el Raspall Sirubà es prolijo en poblaciones abandonadas, y que a lo largo del fin de semana pasamos por numerosas ruinas, incluyendo las de una pista de esquí. Descendimos hasta la laguna de Cromontés y pasamos por Tuiber, centro estratégico de la excursión de la tarde, pues allí se iniciaba un circuito de sube-y-bajas que debería tenernos entretenidos durante horas. Sin embargo, el tiempo escaso y la improvisación nos llevaron a cambiar el plan previsto: recortamos el bucle planeado e invertimos el sentido de la marcha de una parte del recorrido, y el resultado fue lo que llamaremos el "Hill Climbing". Sobre los 1200 metros de altura enfilamos por una loma redondeada hasta los casi 1900 del Kiriki.

Este era el inicio de dicha loma. Al fondo, la laguna de Cromontés,

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y al noroeste, las cimas nevadas de Sewai Stetor:

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Inicialmente la subida seguía una senda llena de matojos, luego se transformó en un río de piedras, y finalmente navegamos por amplias praderas,

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improvisando la ruta entre alambradas y manadas de caballos.

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Un sendero maestro se intuía todo el tiempo, hasta que en agunos repechos empezó a difuminarse:

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DNT tomó la iniciativa y encontró la senda allí donde parecía imposible, así que fuimos detrás de él,

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Para entonces mi moto empezó a manifestar prematuramente el temido mal de altura y subía a duras penas, salvo que lo hicieras a todo gas. Al día siguiente pasaría lo mismo: a lo largo de una subida muy prolongada subiendo a poco gas el motor parecía emborracharse y no era capaz de quemar toda la gasolina. Menudo panorama.

Calculo que tras unos 3 kilómetros totales de ascenso por el "hill-climbing" llegamos a un caminucho que nos condujo hasta la cima planeada:

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a donde paulatinamente fueron llegando todos los pilotos

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y sus máquinas.

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La ermita, austera como pocas:

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Dimos gracias al santo por haber culminado nuestra empresa, y acto seguido echamos una ojeada a los mapas sobre un ara que parecía preparado para ofrecer algún sacrificio humano.

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Constatamos que llevábamos un retraso notable sobre el plan previsto, y que debíamos recortar aún más nuestro proyecto. En vez de ascender hacia las cimas nevadas de Yeswi, descenderíamos camino de Vaicafos y pasaríamos al valle siguiente atravesando el Coño-la-Loli. Como es tradición, llegamos a este collado al atardecer, y allí Javi, esta vez a lomos de su Yamaha, pudo cobrarse venganza de los malos ratos pasados con la XR en 2010.



Jugueteamos con las motos desafiando abismos

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cada uno a su manera,

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pero siempre mirando hacia delante,

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sin retroceder ni un paso,

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hasta culminar el collado.

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El descenso también tenía su miga,

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y hubo que irse con cuidado en algún paso delicado,

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so pena de irse moto y piloto al infierno.

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Superado el último escollo, sólo nos quedaban unos teóricos cómodos 35 kilómetros hasta El Puente de Trués, pero para DNT más que teóricos fueron tétricos y tenebrosos, pues se había quedado sin luces delanteras. Aceleramos el paso todo lo posible para aprovechar lás últimas luces del crepúsculo pero la noche se nos echó encima, y una vez más llegamos de noche al vadeo del arroyuelo del Puerto de Trea, un clásico ya. Después de Sintés optamos por tomar asfalto directamente hasta Trués, de manera que los 10 últimos kilómetros los hicimos confortablemente por lo negro.

En la fonda el dueño nos esperaba a pie de calle y amablemente nos guió hasta el párking cubierto donde guardamos las motos entre colchones viejos, juguetes de todo tipo y un sin fin de trastos polvorientos. Cenamos como cosacos hambrientos y sin más demora nos fuimos a nuestro camarote a reposar, que nuevas aventuras nos aguardaban al día siguiente.

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