ATLAS OCTUBRE 2015- INTRO
Volvimos al Atlas. Una semana, cerca de 1500 kilómetros.
Cinco amigos: Óscar, sobre Yamaha WR450F y accionista de depósitos Aqualine Safari; nuestro mejor compañero cuando comenzaba a escasear la gasolina.
Fernando, debutante en Marruecos, con Husqvarna 510. En la foto, disfrutando de una trialera urbana.
Amarok, el responsable del proyecto, con Suzuki DRZ400E. Siempre picamos y nos lleva al huerto.
Marcos y su KTM EXC525, la sombra de Amarok. Aquí refrigerando la mecánica, que buena falta le hizo aquellos días.
Y finalmente, un servidor, con otra DRZ400E. Fotógrafo oficial y rémora habitual de la expedición.
En sucesivas visitas al Atlas hemos constatado una mejora sustancial de la red viaria. Los senderos y caminos de antaño son inexorablemente reemplazados por carreteras y pistas de nueva factura, pero son muchas todavía las experiencias que la región ofrece al aficionado del todo terreno.
Si de verdad te gustan las montañas, vayas donde vayas, verás que el magnetismo de la cordillera sigue intacto.
Quedan muchos puertos por subir y bajar, algunos tan prolongados y cansinos que son un desafío a la paciencia.
A cambio, la vastedad del paisaje te puede sorprender en cualquier curva.
Otras veces, es la proximidad con la gente en las aldeas la que hace más intensa la experiencia.
En el fondo de cualquier valle siempre espera algún riachuelo que cruzar,
o una angosta quebrada por donde avanzar con tiento.
En las altas mesetas el accidente puede ser un lago donde disfrutar de una pausa merecida...
...pero siempre con moderación, por supuesto.
Otros parajes remotos son el escenario imprevisto para la sorpresa en forma de avería,
para el tropezón inesperado cuando el cansancio atenaza los reflejos,
o para una lenta persecución junto al abismo
disfrutando de un panorama siempre imponente a nuestro alrededor.
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