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viernes, 20 de noviembre de 2015

DE LA NOGUERA AL SOBRARBE - JUNIO 2015 - DÍA 2

DÍA 2- EL RETORNO

Los primeros 20 kilómetros fueron muy del gusto de todos: terreno seco y pedregoso pero con sendas entretenidas por colinas suaves donde hubo pocos momentos para la pausa o las fotos, señal inequívoca de que nos lo pasamos bastante bien.

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Íbamos lanzados, pero en las cercanías del monasterio de San Witorin se torció la suerte: Xavi pinchó de atrás con un vegetal y el ritmo se ralentizó. Con él se quedaron Abel y Dual para reparar, mientras yo fui en busca de Moncu, que ya estaba en el monasterio, para avisarle del contratiempo.

La subidita tenía miga. Sendita para coger carrera

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y luego rampa constante por un río de piedras y tierra suelta

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hasta coronar unas decenas de metros más arriba.

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Tras Abel llegó Xavi, con la rueda recién parcheada.

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Algo de zigzag y pateo, ¡y arriba!

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Dual llegó cocido y Moncu se ofreció gentilmente a bajar hasta su posición y subirle la máquina.

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Puro espectáculo hasta que se le acabó la gasolina. El grifo estaba cerrado.

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Una vez reagrupados y con todas las motos en orden de marcha pisteamos unos kilómetros más hasta que volvió a saltar la alarma. Xavi iba pinchado de nuevo. Inflamos la rueda a ver si aguantaba

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pero la solución duró poco. Estaba claro que el parche no aguantó. Unos kilómetros más adelante tuvimos que volver a montar un zafarrancho de urgencias en un pequeño soto y poner cámara nueva.

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Estas paradas nos obligaron a saltamos un tramo de pista + sendita para no perder más tiempo y tiramos hasta la gasolinera de Mambo directamente por carretera. Allí nos esperaba un exigente trayecto, al menos inicialmente, por el cauce del río Ricalvo.

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Cada piloto fue soberano para decidir qué línea seguir entre piedras como sandías, barrillo traicionero, riberas escarpadas o aguas turbulentas.

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El inicio fue algo desconcertante, con la gente desperdigada buscando avanzar en aquel laberinto de pedruscos y regatos.

Para colmo, un cable electrificado nos cerraba el paso, circunstancia que sembró la incertidumbre entre algunos miembros de la expedición. Decidimos retroceder hasta la carretera, donde evaluamos los intereses de cada uno, y como consecuencia el grupo de la capital decidió que les convenía volverse ya para casa, mientras que Dual y yo convenimos en seguir adelante, ya buscaríamos la manera de bajar al río por otro sitio y reintegrarnos al track. Nos deseamos buena suerte y cada uno siguió su ruta: el equipo KTM atajaría por carretera, y el equipo azul seguiría por vía fluvial.

Un km escaso después de disgregarse el grupo, Dual y yo encontramos un camino que nos situó de nuevo sobre el track en un precioso tramo del Ricalvo.

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Bonitos colores, agarre aceptable, escasa profundidad, visibilidad óptima. Pero no todo iba a ser tan perfecto:

Yo fui el primero en caer en una grieta traicionera.

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Unos metros después Dual siguió la misma suerte.

Exceptuando este par de incidentes, lo pasamos en grande remontando el río mientras nos fue posible.

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Salir del río fue una pena, pero no había más remedio, otra vez volveremos con un overcraft o los neoprenos.

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La ruta hacia el alto del Chordal no nos permitió apenas relax: terreno roto, a menudo cubierto por hierbas altas y caminos en proceso de senderización.

Lo mejor: las vistas de la impresionante mole del Tiburón:

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Lo peor: la interminable senda "de las canicas", una larga y recta bajada repleta de piedras sueltas que te hacían perder la dirección constantemente.

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La liberación: ver que la carretera ya estaba cerca.

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La sorpresa: el arroyo de Garrasquero, situado justo al final del sendero.

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Volvimos al medio acuático, pero esta vez sin las motos.

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Inmejorable momento para darmos una buena sesión de spa en las cataratas y así relajar la maltratada musculatura.

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De este bucólico enclave también daba pena marcharse, pero debíamos seguir nuestro camino a casa. Es el sino del viajero de fin de semana.

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El baño tuvo propiedades terapéuticas, y eso que el agua no estaba especialmente fresca. Con bríos renovados reanundamos la marcha hacia Dora de Asínosva, cuya siliueta era fácilmente distinguible en la lontananza.

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La aproximación al pueblo fue vía el barranco de Epoxis,


y al poco rato ya estábamos en lo alto del cerro, callejeando para buscarnos algo de sustento.

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A pesar de la hora tardía, en el bar de la plaza nos dieron algo sólido que llevarnos al estómago. El encargado mostró interés por nuestro recorrido, y nos contó también con perplejidad que le visitaban otros motoristas que se aventuraban por caminos para él intransitabes. Al final resultó que algunos de sus clientes habituales eran conocidos de Dual, pásmate de lo pequeño que es el mundo.

Con un plus de calorías en el organismo continuamos avanzando en dirección este, esta vez sin olvidarnos cruzar el Asínosva a través del esbelto puente medieval que nos saltamos la víspera.

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Remontamos el río, esta vez por la ribera oriental pero sin mojarnos lo más mínimo; o sea, ración de polvo y piedras.

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Atravesamos Puebla de Dora cuesta arriba, deteniéndonos a rellenar las cantimploras en la fuente que se esconde justo bajo el arco de la calle mayor.

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En Serraducho repostamos y mi compañero ya de paso buscó nueva provisión de bujías por si se reproducían sus problemas eléctricos. Al poco rato ya estábamos en las inmediaciones del Coll de Temp, límite sur inconfundible de la serra del Six.

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El objetivo siguiente consistía en descender por rutas abandonadas hacia el ruinoso Mas de Nonet.

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Merced al abandono de décadas, la maleza se ha ido apropiando del lugar,

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pero no lo bastante para que no encontráramos la entrada a la vivienda.

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Dimos reposo a las monturas a la sombra de la vieja construcción y entre la maleza

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e inevitablemente, echamos un vistazo al interior del caserón

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y explorando el mueble bar comprobamos las preferencias de los moradores por sabores hispanos auténticos: Konga, Magno, Soberano,Terry ...

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....ciertas cosas no han cambiado mucho desde el 72.

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Llegar al pueblo semiabandonado de Xiclets, nuestro siguiente objetivo, siempre es entretenido. La senda culebrea, generalmente en bajada, y está trufada de pequeños obstáculos,

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otra veces se retuerce en subida,

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y en su tramo medio un providencial puentecillo ayuda a salvar un barranco abrupto.

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Una vez en la aldea, Dual le dió el pertinente vistazo a la iglesia

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y su lastimoso interior.

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La tarde iba consumiéndose y había que acelerar el escape por pista rápida,

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hasta toparnos con el Gonera Vivagorzana. Me olvidé de cargar el correspondiente waypoint de vadeo y hubo que buscar un sitio propicio entre la corriente.

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Una vez en la orilla occidental fuimos pisteando cómodamente, entreteniéndonos con algunos senderos que puntualmente jalonaban el recorrido.

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Estábamos bajando por aquí cuando oímos gritos.

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-.....eeeros!

Yo no sé si decían "aventureros" o "endureros". Luego pensé que tal vez decían "deteneros". Las voces venían de la ribera oriental del río, donde se encuentra una zona de ocio para domingueros. Distinguí el coche granate de los guardias y vi que uno nos observaba con prismáticos. Seguí para abajo y cuando llegué a la altura de Dual, que iba delante, giré la cabeza, saludé con la mano y desde la otra orilla un hombre me devolvió el saludo levantando el brazo.

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Evidentemente la situación fue muy confusa: ¿nos saludaban o nos daban el alto? Si tenemos en cuenta que las competencias de los guardias orientales terminaban justo en el río, ¿qué demonios tenían que decirnos? Salimos de allí escopetados confiando en que no nos estuvieran esperando en el siguiente poblado, unos 5 kilómetros más abajo y por donde nosotros necesariamente debíamos pasar (ellos podían llegar por carretera rápidamente, mientras que nosotros teníamos pista y sendita).

En Matiñana no nos esperaba nadie, pero allí acabó nuestra aventura offroad. Cruzaríamos el Secmont por asfalto, íbamos mal de tiempo y juzgamos que ya nos habíamos divertido suficiente en las últimas 48 horas. Lo que siguió fue mayoritariamente asfalto con la excepción de alguna pista cerca de Sant Teseve y una sendita en el embalse de Balarrasa. Calculo que fueron unos 50 kms hasta el coche, a donde llegamos sobre las 9 escasas. Dejé a Dual en Terxa sobre la medianoche y yo no recuerdo haberme metido en la cama, derrengado, antes de la una de la madrugada. Un fin de semana aprovechado hasta el final.

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